Embarazadas

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martes, 3 de junio de 2014

27° audiencia

La jornada del miércoles 28 de mayo de 2014 comenzó con la declaración de Inés Alicia Ordoqui, quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1977. Inés ya había declarado en la cuarta audiencia, el miércoles 12 de febrero de 2014. Desde entonces había quedado pendiente la posibilidad de que se le exhibieran fotos para identificar a alguna de las personas que participaron en su secuestro y torturas. En esta oportunidad Inés declaró sin la presencia del público y realizó el reconocimiento fotográfico pendiente.

A continuación declaró Raúl Eduardo Axat, hermano de Rodolfo Jorge Axat.
Se refirió a las circunstancias del secuestro de su hermano y su esposa, Ana Inés Della Croce y las gestiones que emprendió la familia después del mismo. Rememoró vívidamente la relación con su hermano, las vivencias que compartieron en la infancia y adolescencia y los años de formación.
Recordó que a su hermano lo llamaban Fede, que estudió en el Colegio Nacional de La Plata y luego ingresó en la Facultad de Medicina. También cursó las materias de latín y griego en la Facultad de Humanidades de la UNLP y trabajó en el Frigorífico Swift.

Luego fue el turno de Julián Axat, hijo de Rodolfo Jorge Axat y de Ana Inés Della Croce.
Relató que cuando secuestraron a sus padres él tenía 7 meses, pero que su familia le contó a lo largo de los años las circunstancias del secuestro. Fue el 12 de abril de 1977 cerca de la medianoche, en la casa de sus abuelos maternos en el centro de La Plata. Tocaron el timbre y su abuela atendió. Poco después, abruptamente, ingresó un grupo numeroso de hombres de civil y uniformados. Su abuela y el esposo de su tía fueron sacados al pasillo; su tía materna, Cristina Isabel, fue encapuchada y separada en una habitación. Por otro lado, retuvieron a sus padres en la sala, en donde fueron interrogados. Después de un rato se los llevaron. Al regresar al departamento, pudieron ver manchas de sangre en el piso.
Más tarde llegaron sus abuelos paternos; esa misma noche los secuestradores habían ido primero a su casa en busca de la pareja. Más tarde se enterarían de que el primer lugar en donde los habían buscado había sido el domicilio de Rodolfo y Ana, en Ringuelet, en donde destruyeron todo lo que pudieron y robaron el Citroen que poseían.
Luego Julián se refirió a las múltiples gestiones que sus abuelos emprendieron para dar con el paradero de sus hijos. Detalló cómo los jueces De la Serna, Adamo, Garro y Burlando se empeñaron en rechazar los habeas corpus interpuestos en favor de Rodolfo y Ana, imponiendo además costas a la familia. También se refirió a las gestiones hechas ante la iglesia católica -sin resultados-, ante la OEA, el Ministerio del Interior. Incluso ante la madre de Videla, que tenía un vínculo familiar con los Della Croce.
Indicó que a través de Daniel Eduardo Robelo, quien tan renuentemente declaró en la audiencia anterior, la familia obtuvo la información de que Rodolfo e Inés habrían sido llevados a la ESMA y señaló que Robelo fue edecán de Videla en la primera época.
También recordó que unos quince días después del secuestro, su madre se comunicó telefónicamente con su abuela materna, diciendo que estaba bien y preguntando por su pequeño hijo. Ese fue el último contacto que la familia tuvo con ella.
Ya entre los años 1977 y 1979 también se contactaron con personas liberadas de La Cacha que habían permanecido secuestradas con el matrimonio.
Luego se refirió a la vida de sus padres, sus estudios y militancia. Su padre estudió medicina y filosofía; además se había dedicado al rugby. Su madre era bibliotecóloga y estudiaba antropología; trabajaba en la biblioteca de la UCA. Se casaron en 1973 y militaban en el Movimiento Humanista. Desde aquellos tiempos habían sido observados por las agencias de inteligencia; sus movimientos quedaron registrados en la DIPPBA.
Más adelante ingresaron en la Juventud Universitaria Peronista, luego en las FAR y luego en Montoneros. Ambos se ocuparon de la logística en La Plata y pasaron a la clandestinidad en 1974. En 1975 su madre realizó tareas de militancia de base en la localidad de Abasto y su padre comenzó a trabajar en el Frigorífico Swift.
Julián además expresó su deseo de que se sepa la verdad de lo que sucedía en las fábricas de la zona en la época y la represión hacia toda la clase trabajadora. Destacó además que sus padres rompieron con su posición de privilegio y trataron de igualarse con los sectores más desventajados.
Recordó que su padre era llamado familiarmente Fede y que fue conocido por sus compañeros de militancia como Juan, Felipe y Simón y su madre como Juana y Simona.
Después del secuestro de sus padres se crió con su tía materna, Cristina Isabel Della Croce, y con sus primos. También recordó la relación con su abuelo Axat, abogado civilista con cincuenta años de profesión.
Afirmó además que sus padres no gozaron del derecho de defensa y consideró fundamental el testimonio de los hijos de personas desaparecidas para reconstruir lo que sucedió, ya que los verdaderos testigos del exterminio no pueden contarlo.
Dijo que el secuestro de sus padres transtornó a la familia en general. Pudo crecer en el respeto y la verdad, aunque la niñez y la adolescencia fueron difíciles tratando de ocultar las explicaciones sobre la desaparición de sus padres a sus pares.

A continuación declaró Nora María Gutiérrez Penette, hermana de Alejandro Enrique Gutiérrez, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1978.
Su hermano estudiaba veterinaria, estaba casado y tenía dos hijas. Fue secuestrado el 24 de julio de 1978 de su domicilio. También fue secuestrada María Inés Paleo. Por su parte, ella había sido secuestrada el 22 de agosto de 1975 y después de haber sido liberada se exilió en Madrid.
La declaración de Nora se vio interrumpida por un debate entre el tribunal y las querellas sobre la pertinencia de su testimonio, ya que los delitos cometidos en contra de su hermano no son investigados en esta causa. Las querellas recordaron que la demora y la fragmentación de las causas lleva permanentemente a este tipo de situaciones.
En este caso Nora dio cuenta de que Juan Carlos Negri -quien estuvo imputado en esta causa pero murió incluso antes de que la misma fuera elevada a juicio- se contactó con su primo Néstor Penette, con quien había hecho el servicio militar obligatorio años antes. A través de Negri la familia fue obteniendo durante un tiempo información sobre el secuestro de su hermano. En esa época dudaban sobre la veracidad de la información, pero poco a poco fueron comprobando que Negri estaba efectivamente en contacto con Alejandro.
Años después supieron que Alejandro había permanecido en La Cacha y que Negri se manejaba en la clandestinidad represiva con el apodo de El Marpla.
También Nora se refirió a los restos de su hermano, que tal vez se encuentren en el Cementerio de Ezpeleta. Señaló que el estado aun debe las respuestas por los desaparecidos, ya que hasta el presente la información para buscarlos es aportada por los familiares y personas liberadas. También repudió el nombramiento de César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani al frente del Ejército, implicado en varias causas por desaparición forzada de personas.

Luego se escuchó la declaración de Daniel Orlando Talerico, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Relató que fue secuestrado a fines de febrero de 1977 en la ciudad de Formosa, cuando regresaba a La Plata. Había ido con dos compañeras de estudio, Berta Noemí Itzcovich y Silvia Inés Cavecchia, para asistir al velatorio de un amigo.
Recordó que permaneció cerca de veinte días entre la Comisaría 1° de Formosa, la Alcaldía de Hombres y el Regimiento de Monte, para luego ser trasladado en avión con Berta y Silvia a lo que pensaron que era Arana; más tarde sabrían que se trató de La Cacha.
Llegaron allí a fines de marzo o comienzos de abril de 1977. Refirió que en el lugar vivieron rutinas atroces, amarrados al piso, vendados, encapuchados, torturados con submarino, picana, continuamente. Indicó que eran tratados peor que animales.
En esa época Daniel tenía diecinueve años, trabajaba y estudiaba y militaba en la UES. Además era delegado del centro de estudiantes de su escuela.
Recordó que fue interrogado bajo tortura por El Francés y El Gordo y que dentro de La Cacha vio a muchas personas. Recordó el nombre de Adalberto Maza.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Francés, El Gordo, El Pollo, Willy.
Un día fue trasladado a la Comisaría 8va de La Plata, en donde permaneció diez días más. En aquel lugar le hicieron firmar un papel en el que se aclaraba que no se responsabilizaban por lo que le sucediera fuera de la comisaría. Después de esto fue liberado.
Su vida cambió rotundamente para él y su familia, que quedó desmembrada. Su madre murió de cáncer mientras él estaba desaparecido. Su hermana, Mónica Amalia Talerico, y cuñado habían sido asesinados tiempo antes, el 28 de diciembre de 1976, por la Armada. Después de liberado dejó el colegio, el trabajo. Se fue a Mar del Plata, regresó a La Plata y en 1980 se fue a vivir a La Rioja.

En sexto lugar declaró Teresa Celia Meschiati, quien permaneció secuestrada en La Perla, Córdoba, entre el 25 de septiembre de 1976 y el 28 de diciembre de 1978.
Se refirió a cinco personas cuyos secuestros y asesinatos vinculaban la ciudad de La Plata y La Perla. Aclaró que en aquel momento se referían a La Plata y no a La Cacha u otro lugar específico.
Primero se refirió a Carlos Antonio Cafferata, El Gordo; había sido diputado durante el gobierno de Héctor José Cámpora y había militado en Mar del Plata y La Plata. En julio de 1976 lo secuestró en Córdoba el Comando Libertadores de América, al mando de Héctor Pedro Vergés.
Luego recordó a María Magdalena Mainer, que fue secuestrada una semana antes que ella, en septiembre de 1976. Era militante de Montoneros y la vio por primera vez en Córdoba, cuando le encomendó viajar a San Juan para buscar cierto material. En aquella provincia los militares ingresaron en el hotel en el que Magdalena se alojaba y encontraron un documento falso, su documento verdadero y el teléfono de contacto con Córdoba.
Una vez que Teresa ya estaba secuestrada en La Perla, en octubre de 1976, Ernesto Guillermo Barreiro la llevó a una sala en donde permanecían algunos compañeros de militancia secuestrados. Poco después hizo ingresar en la misma sala a María Magdalena Mainer, quien permanecía en La Cuadra; estaba en enagua y no la dejaron hablar. Barreiro luego le contó sobre el operativo que había tenido lugar en la calle Corro. Nunca la volvió a ver. En 1977 preguntó a sus captores por Magdalena y le contestaron que se encontraba en La Plata. Ella pensó que Mainer sobreviviría, pero años después leyó sobre su asesinato con otro grupo de secuestrados
Luego se refirió a Mario Enrique Salerno, El Dueño. Fue secuestrado a principios de octubre de 1976 en La Plata y fue llevado a fines de ese mes o principio de noviembre de 1976 a La Perla, en donde permaneció tres o cuatro días.
Luego mencionó a Marcelo Daniel Rodríguez, Chelo. Había militado en La Plata y fue secuestrado en diciembre de 1976 en Córdoba. Permaneció en La Perla y a mediados de diciembre lo sacaron de La Cuadra.
Finalmente, recordó a Ignacio Manuel Cisneros, Quique o Chango. Fue secuestrado en febrero de 1977 en Córdoba. En La Perla realizaba tareas de arreglo del parque y lavado de coches. Teresa cree que permaneció allí más de un mes y luego fue trasladado a La Plata. Cree que cerca de junio de 1977 Ignacio fue llevado nuevamente a La Perla y fusilado en la parte trasera del predio, algo que le fue relatado por Ricardo Alberto Ramón Lardone, personal civil de inteligencia.
Teresa señaló que las condiciones de detención que vivió en La Perla difieren de las que se vivieron en otros campos de concentración. Señaló como algo positivo la realización de los juicios en todo el país, pero recordó que falta el descubrimiento de los restos de los compañeros desaparecidos. Agradeció el poder declarar y destacó que el poder testimoniar es lo que la salvó después de haber sido liberada.

En último lugar declaró Mónica Elena Torres, vecina y amiga de María Elena Isabel Corvalán.
Relató que conoció a María Elena y su marido, Mario César Suárez Nelson –El Gordo-, cuando se mudaron al lado de su casa. Se encontraba diariamente con María Elena, a quien conocía como Mónica, para tomar mate, charlar sobre el embarazo, cocinar.
El 10 de junio de 1977 Mónica vio que desde la mañana había movimientos inusuales en el barrio. Una cuadrilla de hombres comenzó a limpiar una zanja cercana muy temprano. Cada vez que alguien salía de su casa, gritaban “paloma”. Asustada dejó a su pequeña hija con la madrina, que vivía enfrente. Regresó a su casa, llamó a María Elena, pero no encontró a nadie. Al mediodía fue a buscar a su hermana al colegio y a pocos metros fue apresada por dos hombres que le preguntaban si ella era Mónica. Los vecinos intervinieron y evitaron que la esposaran, pero la introdujeron con su hermana en un auto, en donde permaneció cerca de seis horas. En el auto se encontraba una chica que decía estar allí para identificar a María Elena y su marido.
Estos hombres le dijeron que había secuestrado a María Elena y que ella había querido suicidarse. También que habían matado a Mario.
Después de varias horas la dejaron regresar a su casa, en donde encontró todo revuelto. La casa de María Elena y Mario estaba destrozada y saqueada. Vio cómo en un camión verde cargaban todo lo que habían robado.
Poco después una vecina encontró el documento de María Elena enterrado. Así supieron cuál era su nombre y pudieron contactar a la familia y realizar la denuncia por su desaparición en 1984 en la CONADEP.

La declaración del testigo anunciado en la audiencia anterior, Rodolfo Enrique Tessari, fue suspendida.

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 4 de junio a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Enriqueta Estela Barnes de Carlotto, Norma Lidia Aquín, María Inés Paleo y José Atilio Milanta.


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