Embarazadas

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martes, 26 de agosto de 2014

43° audiencia

En la jornada del viernes 22 de agosto de 2014 se escucharon tres declaraciones indagatorias y se fijó la fecha para el inicio de los alegatos de las partes.

En primer lugar declaró Miguel Osvaldo Etchecolatz, quien dijo estar preocupado y desorientado y querer expresar la verdad con firmeza y cortesía. Indicó que examinó detenidamente la causa por la que está aquí imputado y llamó la atención sobre la no identificación de quienes participaron en el operativo en el que asesinaron a Luis Eduardo Sixto Bearzi y Marcelo Gabriel José Bettini. En el resto de su declaración expuso sobre temas siempre recurrentes en sus declaraciones indagatorias: la sumisión de la policía al ejército, la organización interna de Montoneros, la amenaza del marxismo a los valores tradicionales, las leyes que avalaron la represión.

Luego fue el turno de escuchar a Roberto Armando Balmaceda, quien dijo que como miembro del Ejército argentino, de familia militar, cumplió con leyes y normas dictadas por otras instancias y que las fuerzas de seguridad fueron un instrumento del poder político. Dijo que las leyes a las que se refería habían sido dictadas por un gobierno constitucional y que muchos dirigentes políticos actuales estuvieron de acuerdo con ellas en aquel momento. Al igual que otros imputados dijo que el Ejército es una estructura jerárquica en la que las órdenes deben cumplirse y luego pueden ser objetadas. Según aprendió, el jefe es el único responsable de todo lo que sucede.
Señaló que ellos están siendo juzgados por leyes ajenas al Código de Justicia Militar y la reglamentación dictada por el Proceso de Reorganización Nacional y la legislación del gobierno anterior a aquel. Citó la Ley 14029 –Código de Justicia Militar de 1951-, los Decretos 1454/1973 –Prohibición del ERP-, 1368/1974 –Estado de Sitio-, 2452/1975 –Prohibición de Montoneros-, 2770/1975, 2771/1975 y 2772/1975 –Consejo de Seguridad Interna, Consejo de Defensa, Operaciones militares y de Seguridad-, 4060/1975 –Prohibición del Partido Auténtico-, la Directiva 404/1975 –Lucha contra la Subversión- y la Orden Parcial 405/1976 –Reestructuración de jurisdicciones-.
A su entener el Estado había sido agredido y las fuerzas de seguridad se encontraban sobrepasadas; entonces se dictaron órdenes y directivas para neutralizar o eliminar al enemigo u oponente que se esconde en las sombras y actúa subrepticiamente. Le pareció que toda la población compartía esa vivencia, incluyendo al poder judicial. En ese sentido citó expresiones del juez Eugenio Raúl Zaffaroni.
Luego se dedicó al reglamento de Estados Mayores para aclarar algunos puntos sobre la estructura de las fuerzas armadas. Dijo que éstos son conocidos solamente por algunos oficiales y que no son obligatorios para todos.
Dijo que su jefe, Alejandro Agustín Arias Duval, había creado la Central de Reunión de Inteligencia como apoyo del Comando de Brigada de Infantería X y que no era un elemento orgánico. Aclaró también que en todos los legajos de la unidad el primer destino es la Central de Reunión de Información, que Arias Duval creó a pedido del Comandante del Cuerpo, y que desde allí los iba nombrando para desempeñarse en las distintas secciones del Destacamento. Como integrante de la Central de Reunión de Inteligencia no participó de nada, era un nombramiento nominal.
En el Destacamento fue primero oficial de claves. En cuanto a su lugar en la tan estricta estructura, dijo haber ocupado el grado más bajo en el escalafón -Teniente Primero- entre sus compañeros del Destacamento 101. Se dedicó a estudiar la seguridad del Destacamento, un estudio que lo llevó a indagar a 5 km a la redonda; su propósito principal era garantizar que la información del lugar no llegara a “manos enemigas”.
Después de tres meses fue nombrado Jefe de la Sección Contrainteligencia y no tenía personal dependiente, salvo un suboficial; no lo recordaba bien, pero cree que se trataba de un auxiliar de claves. Más adelante indicó que entre 1977 y 1979 no tuvo Personal Civil de Inteligencia (PCI) a sus órdenes.
También pareció fallarle la memoria cuando quiso recordar cuándo se presentó en la unidad. Cree que fue el 1° de febrero de 1978, aunque figure su pase el 26 de diciembre de 1977. Dijo que en 1977 no estuvo en el Destacamento.
Después de su nombramiento como Jefe de la Sección Contrainteligencia del Destacamento 101 continuó con sus funciones anteriores y siguió impartiendo clases en la Escuela de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, cosa que hacía dos veces por semana. También colaboró con Jorge Héctor Di Pasquale en la preparación de agentes secretos que se infiltraran en Chile.
También recordó un viaje que realizó con la Escuela de Inteligencia a otros países sudamericanos – Chile, Perú- para ver cómo desarrollaban sus medios de reunión de información.
Como lo hizo Cacivio, alabó el celo con el que el imputado Claudio Raúl Grande trabajaba frente a su máquina hasta la madrugada y reiteró que el responsable de todo lo que sucedía era el jefe de la unidad, Alejandro Agustín Arias Duval. Aseguró que si este estuviera presente, asumiría la responsabilidad.
También insistió en que las tareas dentro del Destacamento estaban compartimentadas y que no tenía la posibilidad de preguntar ni saber qué hacían los demás. Afirmó que las Áreas eran las que manejaban los lugares de reunión de detenidos –es decir, centros clandestinos de detnción- y que los mismos no estaban a cargo de unidades especializadas como la suya. Agregó que el Área tenía un listado de los detenidos y por medio del Comando de Operaciones Tácticas (COT) llevaba los movimientos que se hacían en la jurisdicción.

Finalmente, Carlos del Señor Hidalgo Garzón declaró por teleconferencia desde Ezeiza. El imputado rechazó todos y cada uno de los términos de la acusación. El imputado dijo que tampoco estuvo en La Plata en 1977.
A fines de 1976 egresó de la Escuela de Inteligencia y fue destinado al Destacamento 101. Él vivía en Capital Federal, no había domicilio en La Plata, no quería viajar todos los días y su esposa estaba enferma. Entonces le pidió al Jefe del Destacamento, la única vez que viajó a La Plata, que tomara en cuenta todo esto. Arias Duval, conmovido por la solicitud, aceptó que fuera destinado al Batallón de Inteligencia 601, en donde no estaba en contacto con nadie. Allí fue designado en la Compañía A, Sección Reunión Exterior, por lo que sus actividades se centraron fuera de la Argentina.
Afirmó que nada de lo que está en su legajo es cierto; esa información encubría sus verdaderas actividades como espía de otros países. Aclaró también que no hacía inteligencia sino que reunía información.
Luego refirió su participación en el conflicto de Malvinas y su amistad con un capitán de fragata inglés. Recordó, como en su anterior declaración, las consecuencias psicológicas que le fueron diagnosticadas al regresar y el tratamiento psicológico y psiquiátrico al que se sometió.
Reiteró que era inocente, que no estuvo en La Plata e insistió en que Alejandro Agustín Arias Duval confirmará todos sus dichos; ese es su mejor testigo.

A continuación, el tribunal aclaró su posición sobre la incorporación de testimonios brindados en otras instancias que no fueran las audiencias. Después de un cuarto intermedio, en el que las partes controlaron la prueba documental y testimonial que fue agregada, brindaron su acuerdo sin objeciones y se acordó la fecha de inicio de la etapa de alegatos.


La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 3 de septiembre a partir de las 10.00 hs. Se prevé escuchar entonces el alegato del Ministerio Público Fiscal.

42° audiencia

En la jornada del miércoles 20 de agosto de 2014 se escuchó la última declaración testimonial y continuaron las declaraciones de los imputados.
En primer lugar declaró Ana María Sabio, esposa de Alberto Omar Diessler, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Ana María era estudiante avanzada de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Alberto estudiaba Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). En la noche del 19 de abril de 1977 Alberto había regresado de la facultad y terminaba de bañarse; ella estaba amamantando a su hijo, nacido dos días antes, cuando escuchó el ruido de autos que frenaban frente a su casa, puertas que se abrían y cerraban, pasos, corridas, gritos y golpes fuertes en la puerta y la ventana de su habitación. El numeroso grupo de hombres se identificó como perteneciente a las Fuerzas Conjuntas. Alberto abrió la puerta, lo tiraron al piso y lo llevaron al fondo. Ana María recordó que eran entre doce y quince personas las que sitiaron su casa, algunos vestidos de civil, otros con borceguíes militares, todos armados.
Recordó especialmente a uno de ellos, quien le preguntaba insistentemente sobre cuándo había nacido su hijo. A su marido lo interrogaban por Cacho. Después de un tiempo, a Alberto le taparon la cabeza con la funda de una almohada y se lo llevaron apenas vestido, esposado.
Más adelante en su declaración, se le exhibieron fotos entre las que creyó reconocer a algunas de las personas que participaron en el secuestro de Alberto aquella noche. En ese reconocimiento surgieron algunos nombres asociados a esta causa, Claudio Raúl Grande, Juan Carlos Herzberg, César Emilio Branne, entre otros.
Ana María recordó todos los meses de incertudimbre sobre el paradero de Alberto. En las primeras semanas no supo nada sobre él. En julio, el 24 de julio, la hermana de Alberto fue a su casa y le contó que por la noche habían recibido un llamado anónimo diciendo que Omar se encontraba en la Comisaría 8va de la La Plata y que fueran a visitarlo aquel domingo, cuando la guardia se relajaba un poco; debían preguntar por el Oficial Incháustegui. Ese mismo domingo fueron y le llevaron cigarrillos; pudieron ver a Alberto después de más tres meses de desaparición. Él se encontraba físicamente deteriorado, demacrado pero íntegro. Junto a ocho personas más, seis hombres y dos mujeres, habían estado en La Cacha y luego habían sido trasladados allí. Alberto le dio los nombres del resto del grupo para avisar a las familias. A pesar de estar alojados en la Comisaría, permanecían secuestrados; no había ninguna causa iniciada y no aparecía registrada su detención.
En la Comisaría las familias podían ir una vez por semana para ver a sus seres queridos, llevarles comida. Su esposo estuvo allí desde el 28 de junio de 1977 hasta mediados de junio de 1978, cuando fue llevado a la Unidad Penal 9. Todo el grupo de Alberto pasó por un Consejo de Guerra. Él fue acusado de encubrimiento de asociación ilícita de aquel tal Cacho, quien nunca fue identificado ni siquiera en el expediente militar. Lo condenaron a 6 años de prisión con inhabilitación absoluta y Alberto dejó la cárcel después de la guerra de Malvinas. Ana María recordó la farsa de proceso judicial que significó aquel llamado Consejo de Guerra. No contó con un defensor, las audiencias se realizaban en secreto y las pruebas no existían.
Con Ana María Sabio finalizaron las declaraciones testimoniales.

Después de un cuarto intermedio se escuchó la declaración indagatoria de Emilio Alberto Herrero Anzorena, quien repasó someramente su carrera militar y se ocupó principalmente de citar la legislación desarrollada en los años anteriores a la última dictadura.
El imputado refirió que ingresó al Colegio Militar en 1962 y egresó en 1964, desempeñándose en el Ejército hasta 1987 cuando solicitó su retiro. Negó haber integrado un grupo organizado de poder e interpretó que la acusación que se le hace como autor mediato es equivalente a ser autor intelectual. Continuó con su interpretación diciendo que al ser Capitán –en aquel momento- era un oficial subalterno que no podía ser autor de los planes de las Fuerzas Armadas. Subrayó que cumplió órdenes en vigencia y se atuvo a los reglamentos militares.
Luego citó profusamente los decretos 1368/1974 –Estado de Sitio-, 2452/1975 –Prohibición de Montoneros-, 2770/1975, 2771/1975 y 2772/1975 –Consejo de Seguridad Interna, Consejo de Defensa, Operaciones militares y de Seguridad- y la Ley 20840 –Seguridad Nacional-. Indicó que la represión fue organizada durante un gobierno electo democráticamente que contaba con el aval del Congreso. También citó un radiograma del presidente Juan Domingo Perón por el ataque a la Guarnición Militar de Azul y una carta pública de Oscar Del Barco para sustentar sus ideas.
Reiteró airadamente que el país se encontraba en guerra, que las Fuerzas Armadas se enfrentaban con otros ejércitos y que eran dos bandos en pugna, no una persecución de los que pensaban distinto.
No se refirió al golpe militar que instauró la dictadura ni a sus funciones específicas dentro del Ejército; dijo no recordar su vida pasada con detalle y omitió referirse a algún tema específico relativo a la causa.

A continuación declaró Gustavo Adolfo Cacivio, reconocido por las personas liberadas como El Francés. Según sus dichos, sus compañeros le decían Cachi. Su declaración versó sobre tópicos similares a los de Herrero Anzorena.
Dijo haber ingresado en el Colegio Militar en 1961 y haber abrazado vocacionalmente la carrera. Egresó también en 1964 y fue destinado al Batallón 601. Se dedicó durante cuatro años a eliminar las villas y trasladar a las personas a barrios transitorios.
Luego se enfrascó en enumerar lo que llamó el accionar de las organizaciones terroristas que, para él, estaban dirigidas desde Cuba con el fin de formar nuevas Sierra Maestra o Vietnam. Como lo hiciera Herrero Anzorena, dijo que hubo una guerra, aunque matizó la idea diciendo que se trataba de una guerra no convencional, una guerra revolucionaria. Dijo también sentirse muy afectado por la muerte de sus soldados.
Por otra parte, indicó que desde su punto de vista no se trató de un aniquilamiento total y citó como prueba de ello que muchos sobrevivientes declararon en el juicio. Señaló que obedecía órdenes que emanaban del comando superior inmediato y que éstas, que eran impartidas en modo parcial, llegaban hasta cierto nivel en forma escrita y luego eran sólo verbales.
Se refirió también a Claudio Raúl Grande, quien fue escribiente de la Sección Reunión Interior. Ensalzó la carrera del imputado, refiriendo lo trabajador y estudioso que era. En cuanto a Carlos del Señor Hidalgo Garzón, recordó que se conocían desde el Colegio Militar y que sólo se desempeñó en el Destacamento 101 durante 48 ó 72 horas.
Por su parte, Cacivio dijo haberse desempeñado en el Destacamento 101 entre enero de 1976 y agosto de 1977. Según él, su función era llevar el cuadro de situación de Inteligencia. A partir de sus dichos se entendió que tenía conocimiento de todas las personas que eran buscadas y cuáles eran encontradas y permanecían secuestradas, ya que intentaba registrar cómo iban desarticulando gradualmente las organizaciones políticas.
Reconoció haber estado en contacto con un grupo de personas secuestradas en la Brigada de Investigaciones de La Plata; algunas de ellas fueron vistas también en La Cacha como María Magdalena Mainer, Pablo Joaquín Mainer, Guillermo Marcos García Cano, Graciela Irene Quesada. Reconoció también obtener información de las personas secuestradas y entregar los informes que realizaba al segundo jefe del Destacamento, Ricardo Alberto Ducrós, quien a su vez los elevaba al jefe, Alejandro Agustín Arias Duval y éste a la Jefatura II del I Cuerpo de Ejército.
Afirmó que redactaba sus informes de manera despersonalizada, que a veces –obedeciendo órdenes- asistía a algunos operativos para verificar que ciertas pruebas no se perdieran y que las personas que eran secuestradas lo eran por órden de la jefatura de área.

Luego declaró Raúl Ricardo Espinoza, a quien las personas liberadas conocieron con el apodo Jota. Dijo no sentirse responsable por los hechos que se le imputan, delitos cometidos durante 1977 ni durante 1978. Afirmó que sus funciones en el Destacamento 101 solamente se limitaban a ser correo entre esa dependencia y la Jefatura II, llevando documentos en un maletín cerrado. También refirió que durante 1978 estuvo ocupado desde febrero haciendo un curso en Buenos Aires, entre mayo y julio convalesciente por haberse quebrado una pierna jugando el fútbol y, a partir de agosto, sufriendo las consecuncias de un accidente en moto.

A continuación declaró Rufino Batalla, quien aseveró que no fue un prófugo de la justicia; permaneció un tiempo sin poder ser ubicado simplemente porque no se imaginaba que lo buscaban. Dijo que su familia, que vive en Formosa, por razones económicas no puede visitarlo en Marcos Paz. Rechazó suscintamente las imputaciones en su contra y dijo confiar en la justicia. Luego envió un saludo a su familia que estaría viendo la audiencia transmitida por internet y saludó también a todos los jueces.

Luego fue el turno de Isaac Crespín Miranda, quien relató que en 1960 ingresó en la Escuela Penitenciaria. Luego rememoró los distintos cargos en los que se desempeñó y su egreso de la Escuela de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en 1970. A partir de entonces fue responsable de una pequeña división de inteligencia dentro del Servicio Penitenciario Bonaerense. A partir de 1973 lo destinaron a Azul como Jefe de Seguridad Interna y luego al Delta del Paraná.
Entre 1974 y 1975 volvió a la jefatura a ocuparse del departamento de inteligencia. Aclaró que centraban su accionar en las cárceles en las que había detenidos políticos, subversivos según su expresión: Unidad 9 de La Plata, Unidad 2 de Sierra Chica, también Bahía Blanca y San Nicolás. Según el imputado, su función era informar a Fernando Aníbal Guillén sobre lo que sucedía en cada repartición, para lo que visitaba las distintas unidades penitenciarias. Dijo además que el imputado Héctor Raúl Acuña lo acompañó en algunos temas y visitas que tuvo que realizar.
Por otra parte, indicó que reportaban novedades al Destacamento de Inteligencia 101 que dependía del jefe de subzona. Dijo también que no podía negar que conocía que había lugares clandestinos de detención, pero que no tenía jurisdicción en ellos. Negó rotundamente que alguien del Servicio Penitenciario actuara dentro de ellos, aunque también dijo desconocer quiénes lo hacían.

Finalmente, declaró Pedro Anselmo Palavezzati. Nuevamente negó la vinculación con los crímenes que se le imputan y reiteró los términos de su declaración anterior. En esta oportunidad describió lo que era un día de trabajo en la Sección Reunión Interior del Destacamento 101 durante 1977. También habló sobre la relación con la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA). Dijo que solamente hacían requerimientos a aquella dependencia y que no le enviaban información. El tribunal le exhibió una serie de documentos que contradecían los dichos del imputado, quien intentó explicar las distintas situaciones que pondrían en entredicho sus afirmaciones.


La próxima audiencia fue convocada para el viernes 22 de agosto a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de más imputados y la resolución de algunos temas pendientes antes de pasar a la etapa de los alegatos.

miércoles, 20 de agosto de 2014

41° audiencia

La jornada del viernes 15 de agosto de 2014 comenzó con la lectura de varias resoluciones del tribunal que quedaban pendientes. Entre ellas, el rechazo del pedido de ampliación de la acusación por delitos sexuales planteado en la audiencia anterior.
También se sancionó al abogado Juan José Losinno, defensor de Claudio Raúl Grande, con un benigno llamado de atención para que deje de aproximarse a los testigos. Por su parte, el juez Carlos Alberto Rozanski aclaró que su voto fue más contundente que el de los jueces Pablo Jantus y Pablo Daniel Vega. Rozanski indicó que, dado que esta misma situación ya se dio al inicio de las audiencias, no pueden mantenerse impávidos ante la reiteración del acoso que Losinno ejerce con los testigos y que, siendo evidente que al abogado los llamados de atención no lo impresionan, debe imponerse una sanción más grave, el apartamiento de la defensa que ejerce. Tal vez esa sería la única sanción eficiente para que estos incidentes no se repitan. Sin embargo, gracias el voto de la mayoría, Losinno aún tendrá otra oportunidad para demostrar si hace caso a los apercibimientos o continúa persiguiendo a los testigos.
Luego se escuchó la ampliación de la declaración indagatoria de Miguel Ángel Amigo, quien sólo respondió a las preguntas de su abogado defensor. Volvió a referirse a cuestiones ya expresadas en su declaración anterior, fundamentalmente a que no estuvo en La Plata durante el año 1977 y se emocionó recordando su convalescencia y las visitas que su superior, Alejandro Agustín Arias Duval, realizaba a su domicilio, preocupado por su estado de salud. Recordó también que cuando fue herido su esposa estaba embarazada de 6 meses y su hijo nació el 8 de marzo de 1977. Reiteró que permaneció con atención psiquiátrica hasta noviembre de aquel año y que sus jefes lo calificaron sin dejar constancia de estos incidentes para no perjudicar su legajo.
A continuación declaró el imputado Carlos María Romero Pavón. Indicó que se integró orgánicamente en el Destacamento 101 el 5 de diciembre de 1977 y que previamente se había desempeñado en Inteligencia en San Nicolas, Provincia de Buenos Aires. Reconoció que a partir del 7 de mayo de 1977 estuvo destinado en comisión en el Destacamento 101 como sanción por negligencia, ya que habían considerado que carecía de la aptitud adecuada para las tareas de inteligencia. Sin embargo, no explicó cómo teniendo un concepto tan negativo de su desempeño, pasó a ser Jefe de la Sección Reunión Interior en el Destacamento 101 en diciembre de 1977.
También explicó que mientras duró su comisión en el Destacamento 101 entre mayo y diciembre de 1977 se desempeñó como docente en la escuela de inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, impartiendo contenidos normales de doctrina militar. Mientras, en el Destacamento 101, dijo no tener un rol orgánico definido y por las tardes preparaba sus clases. A principios de junio de 1977 se integró en la Sección Reunión Interior y trabajó con Anselmo Pedro Palavezzati hasta que este dejó el Destacamento. Sus tareas dentro de esa sección eran de seguimiento y lectura de medios de comunicación de las provincias de Buenos Aires y La Pampa.
Insistió en que entre mayo y diciembre de 1977 no dependió orgánicamente del Destacamento 101; su superior estaba en San Nicolás, y recién el 5 de diciembre de 1977 se integró orgánicamente al lugar. Por ello dijo desconocer las imputaciones y la responsabilidad que se le atribuye.
Luego amplió su declaración indagatoria Héctor Raúl Acuña, quien se explayó sobre cuestiones para nada relacionadas con lo sucedido en La Cacha. Se entretuvo en recordar su enfrentamiento con Roberto Pettinato, el movimiento encubierto del que participó para hacerle saber su descontento, su detención en la Escuela de Cadetes, la revuelta y acuartelamiento en la Unidad 9 y Sierra Chica. Dijo que a su entender no lo pudieron doblegar, que cree firmemente en la ideología resumida en el lema “Dios, Patria, Hogar” y sentirse orgulloso por la carrera que forjó. En cuanto a su desempeño, dijo que en 1973 permaneció seis meses con licencia psiquiátrica. Negó haber estado en la Unidad 9 entre 1973 y 1975, aunque recordó que el único día que estuvo allí fue el de “la requisa” –la brutal requisa del 13 de diciembre de 1976 que todos los presos recuerdan-. También negó haber conocido a Samuel Leonardo Slutzky y haber estado destinado en La Cacha.
La audiencia finalizó con declaración indagatoria de Juan Carlos Herzberg, quien se refirió a las funciones de la Fuerza de Tareas nro. 5. Dijo que la misma realizaba tareas de vigilancia y seguridad, patrullajes, control de caminos y, eventualmente, de objetivos. Recordó que el jefe de área era el jefe del Regimiento de Infantería 7 y el subjefe de área era el Contraalmirante Estevez de la Escuela Naval.
Dijo que no era una fuerza operativa sino de seguridad y que las patrullas eran ordenadas por el jefe del Regimiento 7, aunque había algunas que las hacían por su cuenta. Señaló que en caso de detener a alguien, debían entregarlo al mismo Regimiento o a una comisaría, aunque no lo recordaba bien. También negó conocer La Cacha en aquella época, cuando estaba destinado en Río Santiago, y haber estado involucrado en el secuestro de Carlos Esteban Alaye.

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 20 de agosto a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de un último testigo y la declaración indagatoria de algunos imputados.

40° audiencia

La jornada del miércoles 13 de agosto de 2014, primera audiencia después del receso invernal, se inició con el pedido de aclaración al abogado Juan José Losinno respecto de un incidente que tuvo lugar en la última audiencia.
El abogado reconoció haber abordado a una testigo liberada de La Cacha para hacerle distintos comentarios sobre la documentación que presentó relacionada con Estanislao Chiara Vieyra, según explicó. Después de esto volvió a agregar más documentación sobre el círculo familiar de Chiara Vieyra. Más adelante, una de las querellas llamó la atención sobre una nueva aproximación del abogado Losinno a otro testigo.
Por su parte, el fiscal solicitó escuchar la declaración de una nueva testigo –que declarará próximamente- y la querella de Abuelas de Plaza de Mayo pidió que sean agregadas en la causa las copias pertinentes al estudio inmunogenético por el que se identificó al hijo de Laura Estela Carlotto y la copia de su partida de nacimiento.
A continuación se escuchó la declaración de Juan Carlos Nóbile, licenciado en antropología, docente de la Universidad Nacional de Rosario y colaborador del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), quien se refirió al trabajo realizado durante 2012 en el predio en el que funcionó La Cacha.
Declaró que Gendarmería estudió el terreno con un georradar para verificar las posibles alteraciones en el subsuelo. A partir de las zonas indicadas comenzaron las excavaciones en seis sectores.
En la zona de caniles el terreno aparecía modificado por la extracción de raíces de árboles, canalizaciones relacionadas con las instalaciones eléctricas antiguas y el enterramiento de perros. En el sector interno de lo que hoy funciona como un gimnasio se encontró la antigua pileta de refrigeración de la planta transmisora de radio. Ésta había sido rellenada con escombros y residuos que pudieron datar como pertenecientes al fin de la década de los ´90. En esa pileta además encontraron un elástico de cama de acero.
En un tercer sector, cercano a lo que hoy funciona como comedor, y que se utilizaba como estacionamiento, encontraron los restos de lo que fue una construcción con sótano, con una vereda que la rodeaba. El piso del sótano se encontraba a 1,60 m de profundidad respecto del nivel del terreno. Encontraron también las bases de la unidad de transmisión con tabiques para sostener los equipos y canales para el paso de cables. Lo que fue el sótano de La Cacha se encontraba rellenado con escombros de la construcción superior y evidenciaban, según afirmó Juan Carlos, una demolición muy intensa por el pequeño tamaño de los escombros. También encontraron cimientos que correspondían a una cocina, un baño, salida de desagües, restos de una escalera de acceso.
Recordó además que entre los escombros que rellenabon el sótano encontraron diversos objetos, entre ellos una picana. También frascos de remedios, vainas de proyectiles y botones de uniformes pertenecientes al Ejército.
Otras tres zonas fueron excavadas pero no reportaron mayores indicios sobre La Cacha.
Después de un cuarto intermedio amplió su declaración indagatoria Jorge Héctor Di Pasquale, por teleconferencia desde Ezeiza. Primero hizo referencia a las limitaciones que piensa que tuvo su defensa por haber estado en Neuquén, asistiendo como imputado en un juicio similar a éste, sin poder seguir las audiencias por teleconferencia. Dijo que en aquel momento no entendía la acusación que se le hacía y que no contaba con los elementos para interiorizarse sobre ella. Indicó que para él se trata de causas con una gran connotación política. Refirió además que él había ofrecido como prueba libros y artículos de organizaciones político-militares de izquierda, declaraciones de actores de la época y otros que “operaron en la vereda de enfrente”. Luego indicó que en este juicio se lo acusa por hechos cometidos durante el año 1977 y que en Neuquén se lo juzga por el mismo período. Dijo haber llegado a La Plata el 20 de diciembre de 1977 y que en aquel momento no le dieron vivienda; tuvo que buscarla en Capital Federal y recién a mediados de enero de 1978 logró mudarse completamente. También señaló que Roberto Armando Balmaceda llegó con él al Destacamento 101.
No aceptó responsabilizarse por ningún hecho imputado pero reconoció que en 1978 fue Jefe del Grupo de Actividades Especiales de Inteligencia, cuyos objetivos eran dos: preparar agentes secretos para infiltrarse en Chile y dedicarse a la seguridad de las unidades militares en el marco del Mundial a realizarse aquel año. Señaló que sus superiores inmediatos fueron entonces Ricardo Alberto Ducrós y Alejandro Agustín Arias Duval. Negó recibir órdenes para detener personas, custodiar o trasladar detenidos o tener la capacidad para inscribir personas a disposición del PEN. Reconoció que en el Destacamento 101 tuvo alrededor de noventa subordinados a su cargo y que las actividades de cada sección dentro del Destacamento eran específicas. También señaló que cada Destacamento contaba con una organización diferente, incluso a veces poco relacionada con lo que indicaba el reglamento.

Después de esta declaración, las representantes de la querella integrada, entre otros, por la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD) amplió su acusación sobre diecisiete imputados por delitos sexuales.
Se refirieron al tipo especial de violencia que constituye la tortura sexual, una práctica habitual en el marco del genocidio, que tiene como fin doblegar y someter a las personas. Para la víctima la violencia sexual representa más que una tortura y la reparación comienza con el reconocimiento formal para poder tomar las medidas adecuadas.
Solicitaron la ampliación de la acusación de Héctor Raúl Acuña, Miguel Ángel Amigo, Roberto Armando Balmaceda, Rufino Batalla, Gustavo Adolfo Cacivio, Jorge Héctor Di Pasquale, Raúl Ricardo Espinoza, Ricardo Armando Fernández, Claudio Raúl Grande, Emilio Alberto Herrero Anzorena, Juan Carlos Herzberg, Carlos del Señor Hidalgo Garzón, Isaac Crespín Miranda, Anselmo Pedro Palavezzati, Luis Orlando Perea, Carlos María Romero Pavón y Jaime Lamont Smart por tentativa de violación en perjuicio de Berta Noemí Itzcovich y Stella Maris Bojorge. También solicitaron la ampliación de la acusación por abuso deshonesto a los mismos acusados por todos los casos que cada uno ya tiene imputados por privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos.

Después de un cuarto intermedio, el defensor de Luis Orlando Perea –Martín Herrero Carré-, el de Claudio Raúl Grande –Juan José Losinno-, el defensor oficial ad hoc Martín José Adrogué y Jaime Lamont Smart se pronunciaron por el rechazo de la ampliación de la acusación solicitado anteriormente.

La próxima audiencia fue convocada para el viernes 15 de agosto a partir de las 10.00 hs.

martes, 19 de agosto de 2014

Cronograma de audiencias

La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 20 de agosto a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de un último testigo y la indagatoria de algunos de los imputados.


martes, 12 de agosto de 2014

Cronograma de audiencias

La próxima audiencia está prevista para el miércoles 13 de agosto, con la declaración de Juan Nóbile, del EAAF, quien participó en la excavación que se realizó en el año 2010 en el predio en el que funcionó La Cacha para encontrar los restos del edificio.