Embarazadas

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jueves, 29 de mayo de 2014

26° audiencia


La jornada del viernes 23 de mayo de 2014 comenzó con la declaración de María Elvira Luis, quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1977.
A poco de comenzar la audiencia, la misma fue interrumpida por la descompensación del imputado Miguel Osvaldo Etchecolatz, quien colapsó frente a la atónita mirada de todos los asistentes. Después de que el presidente del tribunal ordenara desalojar la sala, el imputado fue trasladado en ambulancia al Hospital San Martín de la ciudad de La Plata.
Después de una larga espera se reanudó la audiencia con la declaración de María Elvira, sin la presencia del público. Además se le exhibieron a la testigo una serie de fotos con el fin de poder reconocer entre ellas a quienes participaron en los delitos cometidos en su contra.

Pasadas las 17.00 hs el público reingresó en la sala para escuchar la declaración del siguiente testigo, Julio Horacio Pigeau, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Trabajaba en Kaiser Aluminio. Con dos compañeros de la fábrica, Alberto Cabrera y Juan Edelmiro Rodríguez, había conformado la Comisión Interna.
Entre el 1° y 2 de marzo de 1977 por la madrugada, mientras estaba durmiendo, un grupo de hombres irrumpieron en su casa. Revisaron todo, robaron la mercadería que tenían en el comercio que daba al frente. Después de encapucharlo, lo introdujeron en un auto y lo llevaron a La Cacha.
Allí fue interrogado bajo tortura por tres hombres y una mujer, a la que le decían La Doctora. En una oportunidad, después de torturarlo lo dejaron a la intemperie hasta que luego lo llevaron al sitio en el que permanecía alojado con el resto de los secuestrados, en la parte superior.
Julio describió el lugar, la comida, la forma en que podían ir al baño. Escuchó que llamaban a ese lugar La Cacha. También señaló que todos los que estaban allí habían sido torturados. En particular recordó a Miguel Ángel Calvo, quien estaba muy lastimado. También sus compañeros de trabajo.
Entre las personas secuestradas mencionó a un joven Pablo, que era torturado todas las noches; María Cristina, Miguel Ángel Calvo, Juan Edelmiro Rodríguez, Alberto Cabrera.
Mencionó también a una mujer embarazada, Elsita, que estaba secuestrada con su marido; supo que luego fue liberada y tuvo su hijo.
Señaló que los torturadores se paraban frente a los catres en los que estaban tirados para elegir a quien torturar. El Francés decidía quién sería torturado cada día.
Entre los guardias recordó a El Pollo y otros que eran llamados Carlitos.
Permaneció en el lugar cerca de veintitres días, aunque destacó que allí perdió la noción del tiempo. Fue liberado una noche con Alberto Cabrera por la zona de Costa Sur. Después de su liberación fue despedido de la fábrica.
Años después, en 1982, vio publicado el reportaje a un exiliado en Brasil; reconoció en el croquis publicado en el diario La Voz el lugar en el que había estado secuestrado.
En este juicio no se investigan los crímenes cometidos en perjuicio de Julio ni de sus dos compañeros Cabrera y Rodríguez.

Luego fue el turno de Juan Miguel Scatolini, quien relató detalladamente su carrera vinculada a la criminología y la administración de unidades carcelarias. Indicó que entre 1968 y 1974, trabajando en el Pabellón Lombroso del Hospital Melchor Romero, uno de los pabellones dedicados a los pacientes psiquiátricos a disposición de la justicia penal, conoció a Héctor Raúl Acuña.
A mediados de aquel año se acuartelaron los jefes carcelarios de la Unidad 2 de Sierra Chica; lo recordó como un incidente violento y de gravedad institucional. A partir de entonces comenzó cierta persecución a un sector de los asesores penales. En ese contexto, debió dejar su lugar en el Pabellón Lombroso y pasó a desempeñarse en la Unidad 12 de Gorina.
En los primeros días del mes de abril de 1976 vio salir de allí a otro personaje conocido por él, Isaac Crespín Miranda. Le llamó la atención su presencia en el lugar y luego pudo averiguar que aquel había ido especialmente a buscar su domicilio y el de otro compañero, Eduardo Caldarola.
Pocos días después lo secuestraron y fue llevado esposado y vendado al predio de 1 y 60 en La Plata, en donde estuvo alojado un tiempo, pero fue llevado en tres oportunidades a otro lugar que no pudo reconocer. Allí lo interrogaron bajo tortura con picana y golpes. Insistentemente le preguntaban por “las armas” y por Juan Domingo Bocha Plaza, el sobrino de Monseñor Plaza. Indicó también que la tortura le dejó secuelas para toda la vida. Él cree que las preguntas no tenían el fin de averiguar algo, sino que su secuestro se debía solamente a que intentaban castigarlo por su relación con el sistema carcelario.
En su declaración mencionó a algunas personas secuestradas en 1 y 60 con él. También señaló que una persona que se identificó como Juan Carlos Gómez, Pajarito, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, le dijo que quienes lo habían torturado fueron Héctor Raúl Acuña e Isaac Crespín Miranda, imputados en esta causa.
Más adelante le hicieron firmar una declaración apócrifa; al negarse a hacerlo, le dijeron que si persistía en su negativa lo mandarían nuevamente con “los marinos”.
Juan trató de contextualizar el entramado delictivo que vinculaba a la marina, el sistema penitenciario y los grupos parapoliciales en el marco de la clandestinidad. Se refirió entonces a que Victorio Calabró, quien asumió la gobernación cuando Oscar Bidegain renunció en enero de 1974, tenía una estrecha relación con la marina.
Durante su gobierno, que se extendió hasta el golpe de estado de 1976, personas de esa fuerza quedaron a cargo del Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires. Asimismo, el gobernador ofrecía protección a grupos de ultraderecha como la CNU (Concentración Nacional Universitaria). Algunos miembros de esta agrupación estaban detenidos en la Unidad 9.
También indicó que en la época los marinos actuaban como grupos operativos protegidos por el gobierno. Puesto que ellos eran quienes estaban a cargo del Servicio Penitenciario, no habrían tenido inconveniente en realizar asesinatos y otro tipo de acciones violentas en colaboración con personas “detenidas” de la CNU. Citó como ejemplo el asesinato de Luisa Marta Corica en abril de 1975.
Otro hecho que destacó fue la desaparición de dos detenidos en la Unidad 9 el 2 de febrero de 1978, fecha en la que en el libro de novedades se indica que Héctor Raúl Acuña e Isaac Crespín Miranda realizaron una visita a la unidad. Los desaparecidos fueron Gonzalo Carranza y Guillermo Segali.
En la Unidad 9 también estaba Mario Oscar García, inspector general que había liderado el autoacuartelamiento del año 1974 y Juan afirmó que existía una cadena de mando que se respetaba; de mayor a menor autoridad enumeró a García, Miranda y Acuña.
También se refirió a su propia detención en la Unidad 9. Mientras estuvo allí supo por compañeros que Acuña actuaba en otros lugares; Ricardo Victorino Molina le dijo que había visto a Acuña en La Cacha; Gustavo Calotti que había sido torturado por Acuña en Arana.
También agregó que entre 1980 y 1981 supo que Juan Domingo Plaza y la persona que fue secuestrada con él fueron torturados por la dupla Acuña-Miranda.
En cuanto al sector de inteligencia del Servicio Penitenciario, señaló que su jefatura funcionaba en la calle 6 entre 34 y 35 de La Plata; en cada unidad carcelaria además había personal que llevaba y traía la información. Miranda dirigió el servicio un tiempo.
Finalmente, Juan Miguel agradeció al tribunal y afirmó que el esclarecimiento sobre estos delitos fundamentalmente los lleva adelante la sociedad, no sólo los tribunales y en nombre de los que no están pidió justicia.

A continuación declaró Néstor Ángel Siri, quien se desempeñó como pediatra en el servicio de la Unidad 8, Cárcel de Olmos. Fue una declaración breve, en la que no abundaron las preguntas de las partes.
El testigo refirió que había ingreso en el servicio como pediatra en 1975. Cumplían turnos por hora. En una oportunidad en el año 1977, al ingresar a las 9 de la mañana para prestar servicio, tomó conocimiento de que en la madrugada habían nacido mellizos. No precisó la fecha y tampoco se la preguntaron.
Indicó que el parto fue atendido por el otro pediatra del servicio, a quien no nombró. Los recién nacidos se encontraban en incubadoras. El médico había dejado las especificaciones escritas en una simple hoja de cuaderno. Él las pasó a una hoja de Historia Clínica. Dijo no recordar cómo estaban identificados los niños; cree que como “1” y “2”.
Dijo además que las incubadoras no eran las adecuadas y que en el servicio, a pesar de que trataban de brindar un servicio acorde a un hospital, no había enfermería especializada. Indicó que se trataba de dos niños de poco peso y recomendó otras incubadoras. Tambien dijo que en ocasiones derivaban a los niños al Hospital de Niños para que tuvieran una mejor atención.
También afirmó que le resultó llamativo que al día siguiente los niños no estuvieran más allí. Dijo que preguntó por ellos pero que no le informaron nada sobre los mismos.
Si bien el testigo declaro no recordar haber atendido muchos partos, no le fue preguntado cuáles recordaba. Refirió que se decía que detenidas de otras unidades eran llevadas allí para dar a luz; estaban unos días y se iban. Nunca notó presencia de personal que no fuera el habitual. Dijo también que las presas estaban separadas en dos sectores, el de las presas comunes y el de las que estaban a disposición del PEN.
Indicó que normalmente atendían a los niños en el consultorio y cree que éstos permanecían allí hasta los dos años.
En cuanto a María Hilda Delgadillo, obstetra del servicio, dijo creer que tuvo un final dramático.
Hay que aclarar que los mellizos a los que el testigo hizo referencia son los hijos de Juan Enrique Reggiardo y de María Rosa Ana Tolosa, nacidos durante el cautiverio de su madre. La doctora Delgadillo desapareció meses después del nacimiento de los niños y sus restos fueron encontrados hace pocos años.

Luego se escuchó la declaración de Rubén Alejandro Martina, hermano de Jorge Alberto Martina, ambos secuestrados en La Cacha durante 1977.
Relató que en la madrugada del 6 de diciembre de 1977 madrugada fue secuestrado de su casa en la localidad de Tolosa. Perosonas sin identificarse irrumpieron en su casa, le taparon, la cabeza, lo esposaron, amenazándolo con secuestrarlo si no decía en dónde se encontraba su hermano. Tenía entonces veintiun años.
Lo llevaron en un auto durante un corto trayecto. El auto se detuvo, creyó escuchar que se realizaba otro secuestro y luego continuaron hasta llegar ya de día a La Cacha.
Allí lo llevaron a una sala en la que lo interrogaron por su hermano; indicó que había una mujer en el interrogatorio. El hombre que parecía ostentar el rango mayor hizo desalojar la sala y le dijo que podían matar a su hermano en un enfrentamiento o secuestrarlo con la posibilidad de que sobreviviera.
Horas más tarde secuestraron a Jorge en la Galería Williams. Allí tenían que encontrarse los hermanos por una entrevista de trabajo. Esa misma tarde pudo hablar con su hermano, quien le dijo que cuidara a sus padres.
Rubén fue alojado con otras personas secuestradas, esposado, encapuchado. Cuando pudo sacarse la capucha vio que cerca suyo estaba Ricardo Dakuyaku, compañero de la facultad de su hermano, quien le dijo que había sido torturado. También escuchó que estaban Antonio Piovoso y Otilio Pascua.
Refirió además que en el lugar escuchó el silbato de un tren, ladridos constantes de perros, la radio alta para tapar los gritos de la tortura.
En una oportunidad dijeron que visitaba el lugar el “jefe de área”, de quien pudo ver los pies calzados con zapatos negros de vestir. El hombre caminaba firme entre los secuestrados y se hizo un silencio absoluto.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Palito, Potro.
Después de haber secuestrado a su hermano lo liberaron. Dos días después, por la noche, fue llevado en auto con otro muchacho joven, adolescente, de Quilmes o Berazategui, a quien hicieron bajar en la rotonda de Alpargatas. A él lo obligaron a bajar frente al Batallón 601 de City Bell.
Señaló que su padre tenía amigos relacionados con el poder y que no le manifestaba a la familia cuál era la fuente de las informaciones que trataba de obtener. Recordó que para 1979 su padre llegó llorando porque le había dicho que habían matado a su hijo.
En 1985 Rubén reconoció el lugar en el que estuvo en un croquis que le exhibieron en la CONADEP. Entonces supo que había estado en La Cacha y comprendió el recorrido que habían hecho desde su casa. Después de secuestrarlo a él secuestraron a Dakuyaku y luego se dirigieron a La Cacha.
En cuanto a su hermano, cree que vivía en la calle 6 y 37, en un departamento que fue saqueado después del secuestro. A Jorge le decían Mingo por Migo Martino, un baterista de jazz. Estudiaba arquitectura y trabajaba en un estudio. Tenía 25 años y era Presidente del Centro de Estudiantes de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata.
En el final expresó que pasaron muchos años de silencio, no sólo por el gobierno militar sino porque en Azul, el lugar al que fue a vivir, no se podía hablar mucho. Su secuestro y la desaparición de su hermano tuvo efectos fuertes en la familia; su madre enfermó y murió de tristeza, su padre perdió la alegría, sus hermanas sufren hasta hoy psíquicamente, a él le quitaron la oportunidad de crecer con su hermano y al país una generación que pudo aportar mucho.
Rubén también desea que sus hijos crezcan en libertad y democracia y por ello pide que se haga justicia.

En último lugar declaró Daniel Eduardo Robelo, casado con la prima de Ana Inés Della Croce.
En su brevísima declaración señaló que conocía a algunos imputados por estar detenido con ellos en Marcos Paz, sin explicar los motivos.
Robelo se encuentra imputado en la causa Base III de Mar del Plata, en la que se investigan los crímenes cometidos por el circuito represivo de la Marina.
Luego se refirió a su vínculo con Ana Inés Della Croce, quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1977. Dijo que la familia nunca le preguntó nada sobre el paradero de la joven ni hablaron sobre el tema. Sabe que tenía un hijo y que fue criado por la tía.

La declaración de los testigos anunciados en la audiencia anterior Maitena Barrenese y María Teresa Calderoni fueron suspendidos.


La próxima audiencia fue convocada para el miércoles 28 de mayo a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Inés Alicia Ordoqui, Julián Axat, Raúl Eduardo Axat, Teresa Nora Meschiani, Nora María Gutiérrez, Daniel Orlando Talerico, Rodolfo Enrique Tessari y Mónica Torres.

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