Embarazadas

Embarazadas

miércoles, 19 de febrero de 2014

6° audiencia

En la audiencia del miércoles 19 de febrero de 2014 se escucharon tres declaraciones.
En primer lugar declaró Perla Amelia Diez, presa política durante la dictadura, casada con Jorge Horacio Moura.
Relató que el 27 de febrero de 1975 fue detenida en Mar del Plata con otros compañeros. Fue llevada a la Comisaría 4ta y torturada en un chalet en la localidad de Camet. De allí la trasladaron a la Cárcel de Dolores, la Cárcel de Olmos y finalmente a la Cárcel de Devoto. Perla militaba en el PRT.
Mientras estaba detenida en Devoto, supo que el 8 de marzo de 1977 habían secuestrado en dos operativos distintos a Jorge, su marido, y a su hermana Diana Carmen Diez y su cuñado, Luis Alberto Rentani.
Por la mañana, en City Bell, una cuadrilla de hombres rodearon la casa; allí estaban sus dos pequeñas hijas Clarisa y Lucía, sus suegros, Marcelo y Julio –hermanos de Jorge- y Bernarda Luna. Hombres identificados como miembros del Ejército ingresaron en su casa y mantuvieron secuestrada a la familia durante varias horas, aguardando la llegada de Jorge del trabajo. Jorge era camionero y al regresar a media tarde, fue secuestrado.
Al mismo tiempo, en La Plata, otro operativo se desarrollaba en la casa de su madre; allí vivían también su abuela, una hermana y su marido. Pensaban llevar secuestrada a la madre de Perla en caso de no encontrar a Jorge.
Ese mismo día en Tolosa, más temprano, hombres que se identificaron como miembros del Ejército secuestraron a su hermana Diana, militante de la Juventud Guevarista, y el marido, Luis Alberto. En aquel momento estaban con los padres de Luis y el pequeño hijo de ambos, Pablo Nicolás.
Supo que días después uno de los hombres que había participado en el operativo se presentó en la casa con una nota dirigida a la madre de Jorge; podrían encontrarse con él. Unos veinte días después del secuestro, Jorge se encontró con su madre y sus dos hijas en la zona del Parque Pereyra Iraola; fue llevado en una camioneta con mucha gente y llegó a decirle a su madre que se encontraba “en un pozo”. En esa oportunidad se despidió de las niñas.
Perla contó que durante muchos años no supo adónde había sido llevado su marido. Hace poco tiempo tomó conocimiento de que integraba la lista de personas secuestradas vistas en La Cacha. Se entrevistó entonces con Oscar Horacio Molino, quien permaneció cerca de Jorge durante su secuestro. Oscar le confirmó que se trataba de él: sabía que había sido seguidor de Silo -Mario Luis Rodríguez Cobos-, que había estado en el monte tucumano, que había participado en el ataque al batallón de Monte Chingolo. También confirmó que los militares estaban al tanto de las actividades políticas de Jorge y que él creía que no saldría con vida.
Otro dato que logró recabar sobre lo que habría sucedido con Jorge es que posiblemente habría sido llevado a Campo de Mayo. Supo que a Jorge lo trasladaron el 24 de marzo de 1977, fecha que coincide con la del encuentro con su madre e hijas. Por otra parte, Juan Carlos Scarpati, quien estuvo secuestrado en Campo de Mayo, creyó reconocer a Jorge en el CCD El Campito hasta septiembre de 1977; decían que en aquel lugar se encontraba la última conducción del PRT, cuyos miembros habían sido secuestrados en mayo de 1977.
En cuanto a su detención, Perla relató que permaneció en la Cárcel de Olmos entre mediados de 1975 y septiembre de 1976. Al momento de ser secuestrada, no sabía aun que estaba embarazada. Indicó que dentro de la cárcel circulaban comentarios sobre la existencia de otras detenidas, que permanecían en algún lugar inaccesible.
En la madrugada del 9 de noviembre de 1975 dio a luz a una niña a la que llamó Lucía. El parto tuvo lugar en el quirófano de la cárcel, en condiciones escandalosas: falta de limpieza, carencia de instrumentos quirúrgicos, nula asistencia médica. Afortunadamente contó con la ayuda de las otras mujeres detenidas. Como responsable del cuerpo médico del lugar recordó a Rodolfo Leone, quien sólo se ocupó de amenazarla durante el parto. Indicó además que el maltrato de Leone era generalizado con todas las mujeres embarazadas. Otro médico que pudo individualizar fue Roberto Grignoli.
Jorge continúa desaparecido y Perla nunca supo adónde fueron llevados su hermana Diana y su cuñado ni lo que sucedió con ellos.

En segundo lugar declaró Mariano Gastón Contardi, hijo de Rubén Oscar Contardi y María Cristina Temperoni, quien se refirió a los secuestros de toda una familia.
El primero de ellos fue el de su padre, según cree, en la calle. Poco después, el 16 de marzo de 1977 por la noche, secuestraron de su casa a su madre, María Cristina Temperoni, y una prima de su padre, Inés Alicia Ordoqui. Él y su hermana se encontraban durmiendo. Después del operativo, fueron dejados con una vecina. Luego su abuelo materno, Alfredo Temperoni, los llevó a su casa. Mariano tenía entonces 6 años y recordó que al día siguiente su abuelo fue secuestrado.
Alfredo había sido chofer de María Mercedes Hourquebie de Francese, la esposa de Antonio Bettini, quien fue secuestrado también al tratar de obtener información sobre el paradero de Alfredo.
Mariano relató que una semana más tarde su madre, su abuelo e Inés Ordoqui aparecieron. Muchos años más tarde María Cristina le contó que había estado secuestrada con su padre, con quien había podido contactarse brevemente.
Finalmente, evocó otro secuestro, el de María Mercedes Hourquebie. Meses después, al volver del colegio con su abuelo, vio que la anciana era secuestrada de su casa por dos hombres.

Finalmente, declaró Héctor Javier Quinterno, quien permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Se refirió a su militancia política, la persecución de la que fue objeto antes de ser secuestrado, las condiciones de vida que padecían en La Cacha y la crueldad de quienes actuaban allí.
Desde los 14 años militaba en la Juventud Radical y era crítico de la situación anterior y posterior al golpe. Sabía que las fuerzas de seguridad lo controlaban. Ya meses antes de su secuestro, en febrero de 1977, personal militar había realizado un operativo en su pueblo natal para detener al Ingeniero Volonté, director del diario El Argentino en el que él escribía y a él. Recordó que Volonté fue liberado de la comisaría gracias a la movilización del pueblo.
En el año 1977 vivía en el Centro de Estudiantes de Saladillo en La Plata; allí fueron a secuestrarlo el 2 de junio por la noche. Cuando regresaba de la casa de un compañero, fue abordado por hombres armados. Lo encapucharon y dentro del Centro de Estudiantes lo interrogaron a golpes. Tenía 19 años en aquella época.
Esposado y sin poder ver fue trasladado a La Cacha en un auto. Allí fue interrogado dos días después sobre su militancia y otros miembros de su organización. Otros secuestrados le indicaron lo que iría viviendo: cómo sería torturado, la forma de soportar el dolor, qué pasaría después de la tortura. Indicó que una de las personas que lo torturó posiblemente haya participado en su secuestro.
Gradualmente comenzó a entender el esquema operativo del lugar, las rutinas diarias y pocos días después fue interrogado bajo tortura nuevamente. Héctor puntualizó las consecuencias: el olor a quemado de sus pies, una severa lesión en la garganta que sólo pudo remediar 15 años más tarde. Un día entero tardó en recuperarse apenas un poco; no podía caminar y fue arrojado en un colchón, engrillado. También recordó el frío del invierno, más crudo todavía por el asma que aún hoy padece.
Evocó además el contacto que estableció con quienes se encontraban en su misma situación; podían conversar susurrando, intercambiar información, darse ánimo para sobrevivir. Se refirió también al sentimiento de indefensión que vivían allí; tenían la convicción de que la vida dependía de quienes manejaban el lugar o de decisiones que se tomaban en otro lado.
Entre otras características del lugar, señaló que La Cacha podía llegar a albergar entre 70 u 80 personas; recordó los ladridos de perro que eran permanentes, el paso de un tren con cierta regularidad. En una oportunidad recibieron mejor comida; se comentó entonces que había sido el aniversario del Regimiento 7mo.
Días después de ser torturado fue interrogado sobre sus ideas políticas en una casa rodante, adyacente al lugar en el que permanecía engrillado. Allí dialogó sobre cuestiones políticas con quienes identificó como El Ingeniero y Marina. Cree que estaban al tanto de lo que había dicho bajo tortura y que se trató de una conversación para evaluar sus ideas y convicciones.
Indicó además que existía un mecanismo de funcionamiento articulado entre los distintos campos de concentración, que permitía que la información obtenida en cada uno de ellos se compartiera con el resto; supo de secuestrados que provenían de otros lugares.
Entre las personas secuestradas mencionó a Samuel Leonardo Slutzky, Jorge Oscar Galmes, María Silvia Bucci, Patricia Nora Rolli, Raúl Guillermo Elizalde, Rodolfo Jorge Axat, Ana Inés Della Croce, Laura Susana Cédola, Liliana Pizá.
En cuanto a las embarazadas, se refirió extensamente a María Elena Isabel Corvalán. Supo que estaba con un embarazo avanzado, que los guardias le habían dicho que su marido había ofrecido mucha resistencia y que lo habían matado al intentar secuestrarlo. También percibió que podía desplazarse un poco por el pasillo.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Oso –de quien cree que participó en su secuestro-, El Misionero, El Potro, El Enfermero, Sabino, Roberto, Pituto, El Pelado, El Amarillo, Jota, El Pollo, Mr. X, Pablo, Tarzán, El Francés, El Gallego, Mostaza, Willy, El Loco, El Inglés, Sérpico o El Baboso.
Se refirió también a la organización de las guardias y las distintas fuerzas que pudo percibir en el lugar: Marina, Ejército, Servicio Penitenciario e Inteligencia del Ejército. Señaló que había un criterio antisemita y un ensañamiento con el esquema sexual de cada uno.
Después de permanecer más de un mes allí, le comunicaron que lo liberarían. Cree que era el 5 de julio. Lo llevaron al baño, lo dejaron cambiarse de ropa y, en ese momento, vio que la bolsa que había estado cubriendo su cabeza decía “posible baja”. Pensó que podía significar tanto su liberación como su muerte. Luego fue introducido en el baúl de un auto; otros dos secuestrados viajaron en el asiento trasero. Después de un tiempo el auto se detuvo, cree que alguien subió o bajó; a continuación el auto siguió andando de manera más violenta hasta que sintió un impacto, olor a quemado, humo. Después de forzar el baúl, lo sacaron. Estaban de regreso en La Cacha; le dijeron que habían tenido un accidente.

Tres días más tarde fue trasladado nuevamente en el baúl hasta un lugar que no puede precisar, descampado. Le dieron dinero y lo dejaron con las manos atadas, con la instrucción de liberarse pasada media hora. Héctor se desató, caminó hasta una calle asfaltada y tomó un taxi que lo dejó en el Centro de Estudiantes de Saladillo.

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