La jornada del viernes 23 de mayo de 2014 comenzó con
la declaración de María Elvira Luis,
quien permaneció secuestrada en La Cacha durante 1977.
A poco de comenzar la audiencia, la misma fue
interrumpida por la descompensación del imputado Miguel Osvaldo Etchecolatz,
quien colapsó frente a la atónita mirada de todos los asistentes. Después de
que el presidente del tribunal ordenara desalojar la sala, el imputado fue
trasladado en ambulancia al Hospital San Martín de la ciudad de La Plata.
Después de una larga espera se reanudó la audiencia
con la declaración de María Elvira, sin la presencia del público. Además se le
exhibieron a la testigo una serie de fotos con el fin de poder reconocer entre
ellas a quienes participaron en los delitos cometidos en su contra.
Pasadas las 17.00 hs el público reingresó en la sala
para escuchar la declaración del siguiente testigo, Julio Horacio Pigeau, quien permaneció secuestrado en La Cacha
durante 1977.
Trabajaba en Kaiser Aluminio. Con dos compañeros de
la fábrica, Alberto Cabrera y Juan Edelmiro Rodríguez, había conformado la Comisión Interna.
Entre el 1° y 2 de marzo de 1977 por la madrugada,
mientras estaba durmiendo, un grupo de hombres irrumpieron en su casa.
Revisaron todo, robaron la mercadería que tenían en el comercio que daba al
frente. Después de encapucharlo, lo introdujeron en un auto y lo llevaron a La Cacha.
Allí fue interrogado bajo tortura por tres hombres y
una mujer, a la que le decían La Doctora.
En una oportunidad,
después de torturarlo lo dejaron a la intemperie hasta que luego lo llevaron al
sitio en el que permanecía alojado con el resto de los secuestrados, en la
parte superior.
Julio describió el lugar, la comida, la forma en que
podían ir al baño. Escuchó que llamaban a ese lugar La
Cacha. También señaló que todos los que estaban allí
habían sido torturados. En particular recordó a Miguel Ángel Calvo, quien
estaba muy lastimado. También sus compañeros de trabajo.
Entre las personas secuestradas mencionó a un joven
Pablo, que era torturado todas las noches; María Cristina, Miguel Ángel Calvo,
Juan Edelmiro Rodríguez, Alberto Cabrera.
Mencionó también a una mujer embarazada, Elsita, que
estaba secuestrada con su marido; supo que luego fue liberada y tuvo su hijo.
Señaló que los torturadores se paraban frente a los
catres en los que estaban tirados para elegir a quien torturar. El Francés decidía quién sería torturado
cada día.
Entre los guardias recordó a El Pollo y otros que eran llamados Carlitos.
Permaneció en el lugar cerca de veintitres días,
aunque destacó que allí perdió la noción del tiempo. Fue liberado una noche con
Alberto Cabrera por la zona de Costa Sur. Después de su liberación fue
despedido de la fábrica.
Años después, en 1982, vio publicado el reportaje a
un exiliado en Brasil; reconoció en el croquis publicado en el diario La Voz el lugar en el que había
estado secuestrado.
En este juicio no se investigan los crímenes cometidos
en perjuicio de Julio ni de sus dos compañeros Cabrera y Rodríguez.
Luego fue el turno de Juan Miguel Scatolini, quien relató detalladamente su carrera
vinculada a la criminología y la administración de unidades carcelarias. Indicó
que entre 1968 y 1974, trabajando en el Pabellón Lombroso del Hospital Melchor
Romero, uno de los pabellones dedicados a los pacientes psiquiátricos a
disposición de la justicia penal, conoció a Héctor Raúl Acuña.
A mediados de aquel año se acuartelaron los jefes
carcelarios de la Unidad
2 de Sierra Chica; lo recordó como un incidente violento y de gravedad
institucional. A partir de entonces comenzó cierta persecución a un sector de
los asesores penales. En ese contexto, debió dejar su lugar en el Pabellón
Lombroso y pasó a desempeñarse en la
Unidad 12 de Gorina.
En los primeros días del mes de abril de 1976 vio
salir de allí a otro personaje conocido por él, Isaac Crespín Miranda. Le llamó
la atención su presencia en el lugar y luego pudo averiguar que aquel había ido
especialmente a buscar su domicilio y el de otro compañero, Eduardo Caldarola.
Pocos días después lo secuestraron y fue llevado
esposado y vendado al predio de 1 y 60 en La Plata , en donde estuvo alojado un tiempo, pero
fue llevado en tres oportunidades a otro lugar que no pudo reconocer. Allí lo
interrogaron bajo tortura con picana y golpes. Insistentemente le preguntaban
por “las armas” y por Juan Domingo Bocha
Plaza, el sobrino de Monseñor Plaza. Indicó también que la tortura le dejó
secuelas para toda la vida. Él cree que las preguntas no tenían el fin de
averiguar algo, sino que su secuestro se debía solamente a que intentaban
castigarlo por su relación con el sistema carcelario.
En su declaración mencionó a algunas personas
secuestradas en 1 y 60 con él. También señaló que una persona que se identificó
como Juan Carlos Gómez, Pajarito, de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires, le dijo que quienes lo habían torturado fueron Héctor Raúl Acuña e Isaac
Crespín Miranda, imputados en esta causa.
Más adelante le hicieron firmar una declaración
apócrifa; al negarse a hacerlo, le dijeron que si persistía en su negativa lo
mandarían nuevamente con “los marinos”.
Juan trató de contextualizar el entramado delictivo
que vinculaba a la marina, el sistema penitenciario y los grupos parapoliciales
en el marco de la clandestinidad. Se refirió entonces a que Victorio Calabró,
quien asumió la gobernación cuando Oscar Bidegain renunció en enero de 1974,
tenía una estrecha relación con la marina.
Durante su gobierno, que se extendió hasta el golpe
de estado de 1976, personas de esa fuerza quedaron a cargo del Servicio
Penitenciario de la
Provincia de Buenos Aires. Asimismo, el gobernador ofrecía
protección a grupos de ultraderecha como la CNU (Concentración Nacional Universitaria).
Algunos miembros de esta agrupación estaban detenidos en la Unidad 9.
También indicó que en la época los marinos actuaban
como grupos operativos protegidos por el gobierno. Puesto que ellos eran
quienes estaban a cargo del Servicio Penitenciario, no habrían tenido
inconveniente en realizar asesinatos y otro tipo de acciones violentas en
colaboración con personas “detenidas” de la CNU. Citó como ejemplo
el asesinato de Luisa Marta Corica en abril de 1975.
Otro hecho que destacó fue la desaparición de dos
detenidos en la Unidad
9 el 2 de febrero de 1978, fecha en la que en el libro de novedades se indica
que Héctor Raúl Acuña e Isaac Crespín Miranda realizaron una visita a la
unidad. Los desaparecidos fueron Gonzalo Carranza y Guillermo Segali.
En la
Unidad 9 también estaba Mario Oscar García, inspector general
que había liderado el autoacuartelamiento del año 1974 y Juan afirmó que
existía una cadena de mando que se respetaba; de mayor a menor autoridad
enumeró a García, Miranda y Acuña.
También se refirió a su propia detención en la Unidad 9. Mientras estuvo
allí supo por compañeros que Acuña actuaba en otros lugares; Ricardo Victorino
Molina le dijo que había visto a Acuña en La Cacha ;
Gustavo Calotti que había sido torturado por Acuña en Arana.
También agregó que entre 1980 y 1981 supo que Juan
Domingo Plaza y la persona que fue secuestrada con él fueron torturados por la
dupla Acuña-Miranda.
En cuanto al sector de inteligencia del Servicio
Penitenciario, señaló que su jefatura funcionaba en la calle 6 entre 34 y 35 de
La Plata ; en
cada unidad carcelaria además había personal que llevaba y traía la
información. Miranda dirigió el servicio un tiempo.
Finalmente, Juan Miguel agradeció al tribunal y
afirmó que el esclarecimiento sobre estos delitos fundamentalmente los lleva
adelante la sociedad, no sólo los tribunales y en nombre de los que no están
pidió justicia.
A continuación declaró Néstor Ángel Siri, quien se desempeñó
como pediatra en el servicio de la
Unidad 8, Cárcel de Olmos. Fue una declaración breve, en la
que no abundaron las preguntas de las partes.
El testigo refirió que había ingreso en el
servicio como pediatra en 1975. Cumplían turnos por hora. En una oportunidad en
el año 1977, al ingresar a las 9 de la mañana para prestar servicio, tomó
conocimiento de que en la madrugada habían nacido mellizos. No precisó la fecha
y tampoco se la preguntaron.
Indicó que el parto fue atendido por el
otro pediatra del servicio, a quien no nombró. Los recién nacidos se
encontraban en incubadoras. El médico había dejado las especificaciones
escritas en una simple hoja de cuaderno. Él las pasó a una hoja de Historia
Clínica. Dijo no recordar cómo estaban identificados los niños; cree que como “1” y “2” .
Dijo además que las incubadoras no eran
las adecuadas y que en el servicio, a pesar de que trataban de brindar un
servicio acorde a un hospital, no había enfermería especializada. Indicó que se
trataba de dos niños de poco peso y recomendó otras incubadoras. Tambien dijo
que en ocasiones derivaban a los niños al Hospital de Niños para que tuvieran
una mejor atención.
También afirmó que le resultó llamativo
que al día siguiente los niños no estuvieran más allí. Dijo que preguntó por
ellos pero que no le informaron nada sobre los mismos.
Si bien el testigo declaro no recordar
haber atendido muchos partos, no le fue preguntado cuáles recordaba. Refirió
que se decía que detenidas de otras unidades eran llevadas allí para dar a luz;
estaban unos días y se iban. Nunca notó presencia de personal que no fuera el
habitual. Dijo también que las presas estaban separadas en dos sectores, el de
las presas comunes y el de las que estaban a disposición del PEN.
Indicó que normalmente atendían a los
niños en el consultorio y cree que éstos permanecían allí hasta los dos años.
En cuanto a María Hilda Delgadillo,
obstetra del servicio, dijo creer que tuvo un final dramático.
Hay que aclarar que los mellizos a los que
el testigo hizo referencia son los hijos de Juan Enrique Reggiardo y de María
Rosa Ana Tolosa, nacidos durante el cautiverio de su madre. La doctora
Delgadillo desapareció meses después del nacimiento de los niños y sus restos
fueron encontrados hace pocos años.
Luego se escuchó la declaración de Rubén Alejandro Martina, hermano de
Jorge Alberto Martina, ambos secuestrados en La Cacha
durante 1977.
Relató que en la madrugada del 6 de diciembre de 1977
madrugada fue secuestrado de su casa en la localidad de Tolosa. Perosonas sin
identificarse irrumpieron en su casa, le taparon, la cabeza, lo esposaron,
amenazándolo con secuestrarlo si no decía en dónde se encontraba su hermano. Tenía
entonces veintiun años.
Lo llevaron en un auto durante un corto trayecto. El
auto se detuvo, creyó escuchar que se realizaba otro secuestro y luego
continuaron hasta llegar ya de día a La Cacha.
Allí lo llevaron a una sala en la que lo interrogaron
por su hermano; indicó que había una mujer en el interrogatorio. El hombre que
parecía ostentar el rango mayor hizo desalojar la sala y le dijo que podían
matar a su hermano en un enfrentamiento o secuestrarlo con la posibilidad de
que sobreviviera.
Horas más tarde secuestraron a Jorge en la Galería Williams.
Allí tenían que encontrarse los hermanos por una entrevista de trabajo. Esa
misma tarde pudo hablar con su hermano, quien le dijo que cuidara a sus padres.
Rubén fue alojado con otras personas secuestradas,
esposado, encapuchado. Cuando pudo sacarse la capucha vio que cerca suyo estaba
Ricardo Dakuyaku, compañero de la facultad de su hermano, quien le dijo que
había sido torturado. También escuchó que estaban Antonio Piovoso y Otilio
Pascua.
Refirió además que en el lugar escuchó el silbato de
un tren, ladridos constantes de perros, la radio alta para tapar los gritos de
la tortura.
En una oportunidad dijeron que visitaba el lugar el
“jefe de área”, de quien pudo ver los pies calzados con zapatos negros de vestir.
El hombre caminaba firme entre los secuestrados y se hizo un silencio absoluto.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Palito, Potro.
Después de haber secuestrado a su hermano lo
liberaron. Dos días después, por la noche, fue llevado en auto con otro
muchacho joven, adolescente, de Quilmes o Berazategui, a quien hicieron bajar
en la rotonda de Alpargatas. A él lo obligaron a bajar frente al Batallón 601
de City Bell.
Señaló que su padre tenía amigos relacionados con el
poder y que no le manifestaba a la familia cuál era la fuente de las
informaciones que trataba de obtener. Recordó que para 1979 su padre llegó
llorando porque le había dicho que habían matado a su hijo.
En 1985 Rubén reconoció el lugar en el que estuvo en
un croquis que le exhibieron en la CONADEP. Entonces supo que había estado en La Cacha
y comprendió el recorrido que habían hecho desde su casa. Después de
secuestrarlo a él secuestraron a Dakuyaku y luego se dirigieron a La Cacha.
En cuanto a su hermano, cree que vivía en la calle 6
y 37, en un departamento que fue saqueado después del secuestro. A Jorge le
decían Mingo por Migo Martino, un baterista de jazz. Estudiaba arquitectura y
trabajaba en un estudio. Tenía 25 años y era Presidente del Centro de
Estudiantes de Arquitectura de la Universidad Nacional
de La Plata.
En el final expresó que pasaron muchos años de
silencio, no sólo por el gobierno militar sino porque en Azul, el lugar al que
fue a vivir, no se podía hablar mucho. Su secuestro y la desaparición de su
hermano tuvo efectos fuertes en la familia; su madre enfermó y murió de
tristeza, su padre perdió la alegría, sus hermanas sufren hasta hoy
psíquicamente, a él le quitaron la oportunidad de crecer con su hermano y al
país una generación que pudo aportar mucho.
Rubén también desea que sus hijos crezcan en libertad
y democracia y por ello pide que se haga justicia.
En último lugar declaró Daniel Eduardo Robelo, casado con la prima de Ana Inés Della Croce.
En su brevísima declaración señaló que conocía a
algunos imputados por estar detenido con ellos en Marcos Paz, sin explicar los
motivos.
Robelo se encuentra imputado en la causa Base III de
Mar del Plata, en la que se investigan los crímenes cometidos por el circuito
represivo de la Marina.
Luego se refirió a su vínculo con Ana Inés Della
Croce, quien permaneció secuestrada en La Cacha
durante 1977. Dijo que la familia nunca le preguntó nada sobre el paradero de
la joven ni hablaron sobre el tema. Sabe que tenía un hijo y que fue criado por
la tía.
La declaración de los testigos anunciados en la
audiencia anterior Maitena Barrenese y María Teresa Calderoni fueron
suspendidos.
La próxima audiencia fue convocada para el miércoles
28 de mayo a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Inés Alicia
Ordoqui, Julián Axat, Raúl Eduardo Axat, Teresa Nora Meschiani, Nora María
Gutiérrez, Daniel Orlando Talerico, Rodolfo Enrique Tessari y Mónica Torres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario