En la jornada del miércoles 14 de mayo de 2014 se
escucharon cinco declaraciones.
En primer lugar declaró Mario Esteban Cugura, hijo de José Esteban Cugura y de Elisa Elvira
Cayul.
Refirió que en 1977 vivía con sus padres y sus dos
hermanos, Mariano y Marcelo, en la esquina de Anchorena y Corrientes en Capital
Federal, frente al mercado de Abasto. También estaban allí su tío paterno –Juan
Oscar Cugura- y su pareja –Olga Noemí Casado-. Él tenía entonces 7 años.
Relató que después de esperar unos días a su padre
que no regresaba, su tío Juan salió a buscarlo. Tampoco volvió. Entonces su
madre y Olga decidieron mudarse con los niños a Avellaneda. Poco tiempo después
de estar viviendo allí, aparecieron entre 7 y 8 hombres vestidos de civil y
armados preguntando por su madre. Mario recordó que él estaba jugando con unos
vecinos en la parte de abajo del edificio y que una vez que estos hombres
subieron a su casa, escuchó cómo golpeaban a su madre. Antes de llevársela
dejaron que viera a su hijo; Elvira le entregó una cadenita con una medalla y
le dijo que no se olvidara de su familia en Chubut.
Señaló que Olga, a quien conocía con el nombre de Julia, no estaba en el momento en la
casa; había salido a hacer unas compras y no regresó más.
Después de ver el secuestro de su madre y el robo de
su casa, Mario quedó solo con su hermano Mariano de 3 años; su otro hermano,
Marcelo, estaba con sus abuelos en Chubut. Tiempo después el encargado del
edificio los entregó a un juzgado de menores en La Plata , que decidió
internarlos en un instituto. Allí permanecieron separados en distintos
pabellones unos seis o siete meses y Mario señaló que era interrogado por las
autoridades del lugar sobre sus padres. En 1978 la Policía Federal
los entregó a la familia en Rawson.
Mario también dijo que su madre estaba embarazada
cuando fue secuestrada y recordó vívidamente el embarazo de Olga.
Muchos años después supo que tanto su madre como Olga
permanecieron secuestradas en Arana y
La Cacha. También que su padre había sido herido
y que las vio durante su secuestro. Pero hace pocos años atrás supo que la tía
Julia que él recordaba se llamaba Olga Casado. La familia había denunciado la
desaparición de la joven, pero no sabían que se encontraba embarazada ni su
vínculo con la familia Cugura.
En cuanto a la hija de Olga, refirió que después de
años de búsqueda pudieron dar con ella. Recientemente fue restituida por las
Abuelas de Plaza de Mayo, aunque la joven permanece con su apropiadora. Expresó
además que los represores lograron imponer una relación que no existía y
separar a la joven de su familia. Indicó que supo que el apropiador de la joven
de apellido Santillán seguía el embarazo de Olga.
También se refirió al hallazago de los restos de su
tío paterno y de los de Olga, encontrados hace poco y dijo que significaron el
cierre de la búsqueda de muchos años. Mario mantiene la esperanza de poder
encontrar los restos de sus padres y dar con sus asesinos.
En esta causa no se investiga la responsabilidad de
los imputados en la apropiación de la prima de Mario ni la de su hermano o
hermana que aún busca; tampoco en la desaparición de su padre, su madre y su
tío.
A continuación declaró Emilce Noemí Flores de Casado, madre de Olga Noemí Casado.
Relató que su hija se casó a los 18 años con Jorge
López Uribe, quien fue secuestrado el 26 de agosto de 1976. Como consecuencia
de saberse perseguida, Olga dejó su casa en Mar del Plata y se fue a vivir a La Plata con un matrimonio. A
partir de entonces su madre recordó que tuvo contacto con ella pocas veces y
que mantenían la relación por carta.
Las últimas noticias que tuvo de su hija fueron a
fines de 1977; su hija le envió un poema para el día de la madre y poco después
se comunicó con Cristina, la hermana de Jorge López Uribe. Después de eso,
Emilce viajó a La Plata
para verla pero no la encontró.
Después de su desaparición comenzarón las gestiones
ante el Ministerio del Interior, los tribunales marplantenses y de Capital, la
presentación de habeas corpus con organismos de Mar del Plata. Siguieron
buscando durante años con la esperanza de encontrarla al volver la democracia.
Emilce señaló que no sabía que su hija estaba
embarazada al momento del secuestro. Lo supo mucho años después cuando sus
nietas comenzaron a trabajar en Abuelas de Plaza de Mayo. Entonces la familia
Casado dejó sus muestras hemáticas en el Banco Nacional de Datos Genéticos y
así pudo ser identificada su nieta. También recordó que la joven no quiso
conocerlos en un primer momento, pero que en el año 2009 fueron todos a
Santiago del Estero y se encontraron con ella. Dijo además que su nieta le
contó algunos detalles sobre su apropiación; el apropiador se desempeñaba como
agente de inteligencia y le contaron que había sido entregada a aquel por el
fallecido Alejandro Agustín Arias Duval, alias El Gato.
Pocos años después, en 2012, recuperó los restos de
su hija y se inhumaron también los de su yerno, Juan Oscar Cugura. Indicó que
su nieta nació el 10 de febrero de 1978 y el 1° de marzo de ese año mataron a
su hija de 6 tiros, un mes antes de que cumpliera los 20 años.
Luego fue el turno de María Natalia Suárez Nelson, hija de Mario César Suárez Nelson y de
María Elena Isabel Corvalán.
En su breve declaración se refirió a las
circunstancias en que asesinaron a su padre y secuestraron a su madre
embarazada. También a las noticias que recibió la familia Corvalán sobre su
nacimiento. Ella nació el 8 de agosto de 1977 por la tarde y una partera que
habría asistido el parto se comunicó telefónicamente con la familia para
decirles que había nacido.
Luego se refirió al largo proceso de identificación y
restitución que vivió como algo muy traumático. Recordó que vivió 10 años en
Paraguay como consecuencia de la huida de la pareja que la había inscripto como
hija propia -Omar Alonso y María del Luján Di Mattía- para profugarse de la
justicia argentina.
Indicó que el 25 de diciembre de 1993 detuvieron allí
a Omar Alonso y que ella permaneció con Di Mattía, quien recién entonces le
dijo que no era su hija y que creía que podía ser hija de desaparecidos.
También señaló que tenían contacto con los niños apropiados por Samuel Miara y
Norberto Atilio Bianco, también prófugos de la justicia argentina afincados en
Paraguay.
Después de esto le fueron contando algunas cosas
sobre su apropiación. Según le dijeron, Juan Carlos Herzberg la habría llevado
a la casa del matrimonio ubicado en calle 39 entre 7 y 8 de la ciudad de La Plata , diciendo que se
trataba de la hija de una mujer enferma internada en el Hospital Español. Di
Mattía le dijo haber creido esa historia, aunque a mediados de la década del
´80 –según la mujer- comenzó a sospechar que era mentira a partir de la denuncias
que comenzaban a circular.
Recordó también que a fines de la década del ´90 el
aquí imputado por otros delitos Juan Carlos Herzberg se presentó en la casa y
después de pedirle perdón y reconocer que podía ser hija de desaparecidos, le
dijo que había sido entregada por un hombre que había fallecido, tal vez de
apellido Masota, y que no podía ayudar con más datos.
Natalia contó también que consultó la página de
Abuelas de Plaza de Mayo buscando datos para poder identificarse, que visitó en
una oportunidad la casa de Herzberg para volver a hablar sobre el tema con él,
recibiendo la negativa de aquel a colaborar. Refirió también que hablaba del
tema con Di Mattía pero no con Alonso, quien consideraba una traición que ella
buscara sus orígenes.
Señaló además que Juan Carlos Herzberg y su esposa
eran sus padrinos y que ella sabía que el hombre estaba relacionado con el
liceo naval y que se trataba de una persona importante.
En julio de 2007 cambió su identidad y afirmó que
pudo conocer la historia de sus padres a partir del contacto con su familia y
por medio de Abuelas de Plaza de Mayo. Así supo de su militancia en Montoneros,
de sus estudios y de que su madre permaneció secuestrada en La Cacha.
En esta causa se investigan la aplicación de tormentos
y privación ilegal de la libertad cometidos en perjuicio de su madre. Por su
sustracción había sido imputado Arias Duval, quien murió antes de llegar a
juicio. Ningún otro imputado está reprochado por el robo de Natalia. Tampoco se
investiga aquí el asesinato de su padre.
En cuarto lugar declaró Delma Eda Cocchia, quien declaró por el
secuestro de tres estudiantes de arquitectura que permanecieron en La Cacha
durante 1977, Jorge Alberto Martina, Otilio Julio Pascua y Antonio Enrique
Piovoso.
Relató que el 6 de diciembre de 1977 por
la tarde llegó a las oficinas de un estudio de arquitectos amigos para buscar
algunos elementos que necesitaba para una entrega. Las oficinas estaban en la Galería Williams
de La Plata. Apenas
entró hombres desconocidos la pusieron contra la pared con un arma en la
cabeza.
Pudo ver en ese momento que estaban
sentados en el piso Antonio Enrique Piovoso –el Tano- y Humberto Moirano, dos dibujantes del estudio.
Inmediatamente la llevaron a la oficina contigua, en donde estaba María
Patricia Luisoni con un hombre que la interrogaba. Este hombre le sacó sus
efectos personales, los revisó y comenzó a interrogarla sobre la última vez que
había visto a Jorge Alberto Martina –Mingo-.
Delma recordó el desconcierto que sintió entonces, ya que no sabía lo que
estaba sucediendo.
Indicó además que eran entre cuatro y
cinco hombres los que estaban allí llevando adelante el operativo y que el
hombre que las interrogaba era el que parecía estar al mando. Éste mismo era el
que decía que por culpa de Martina hacía cuatro días que no dormían.
Momentos después ingresaron con Otilio
Julio Pascua; si bien ella lo conocía por ser compañero y militante de la facultad,
no lo reconoció sino después de un rato. Más adelante llegó Mingo y fue brutalmente golpeado. Tanto
a ella como a María Patricia las obligaron a mirar hacia la ventana, de modo
que escucharon ambas los insultos y golpes que le propinaban y las preguntas
insistentes sobre su paradero en los últimos cuatro días. Pasado un rato
pidieron un sobre de madera en el que colocaron los efectos personales de Jorge
y, después de comunicarse pidiendo autos, se fueron.
Antes les indicaron que no salieran
inmediatamente de la oficina ni abanadonaran la ciudad; tampoco que intentaran
identificarlos, ya que todos habían actuado a cara descubierta.
Delma recordó también que en esos momentos
pensó que las iban a matar; después de escuchar el ruido de la puerta y el
silencio, comenzó a darse vuelta poco a poco. Entonces vio que se habían
llevado a Otilio, Jorge y Antonio.
Refirió además que no sabían qué era lo
que sucedería con los tres y que tenían la esperanza de que volvieran esa misma
noche; por eso dudaron en avisar inmediatamente a las familias. Dos semanas
después denunciaron el secuestro de Antonio en la Comisaría 1 de La Plata.
Posteriormente supo que los restos de
Otilio fueron encontrados poco después de su desaparición. Recién obtuvo datos
sobre lo sucedido con Mingo y el Tano a partir de las declaraciones
hechas en el Juicio por la
Verdad.
En cuanto al interrogador, además de
describir su apariencia, indicó que poco después del operativo lo vió saliendo
de un edificio ubicado en la esquina de las calles 44 y 5 de La Plata , en el que vivían
militares según se comentaba en la época.
Al finalizar su declaración le fueron exhibidas una
serie de fotos para ver si podía identificar a la persona que permaneció
sentada con ella y la interrogó durante el operativo de secuestro.
En último lugar declaró Esteban Colman, quien permaneció
secuestrado en La Cacha durante 1977.
Relató que trabajaba en la Cristalería Rigoleaux ,
una fábrica que estaba custodiada permanentemente por efectivos de Gendarmería,
Policía de la Provincia
de Buenos Aires y Marina. Los trabajadores eran rigurosamente revisados al
entrar y al salir.
Alberto Alfio Cavalié, Rubén Darío
Barriento y él, los tres compañeros de trabajo, estaban en el andén de la
estación Berazategui cuando fueron secuestrados por la policía; en el momento
los acusaron de estar difundiendo volantes con contenido político.
Los tres fueron llevados a la Comisaría 1 de
Berazategui. Allí les sacaron las pertenencias personas y permanecieron hasta
el día siguiente, cuando fueron trasladados en patrullero hasta el Batallón 601
en City Bell. Allí les tomaron los datos y luego los trasladaron, también en
patrullero, hasta una comisaría en la ciudad de La Plata , en donde
permanecieron un día; luego los llevaron a otra comisaría y finalmente los
dejaron en la Comisaría
8 de La Plata
por varios días.
Recordó que los tres compañeros fueron
llamados y obligados a firmar un documento cuyo contenido desconocían. Casi
inmediatamente después hombres vestidos de civil los sacaron a un patio, los
ataron, encapucharon y en el baúl de un auto los trasladaron hasta La Cacha.
Una vez allí los separaron y él permaneció
un tiempo que no pudo determinar engrillado de una mano y un pie al suelo. A
sus espaldas había una especie de tejido de alambre y detrás de éste un joven
con el que pudo conversar, quien le refirió las distintas torturas a las que fue sometido.
Mientras estuvo allí, Esteban relató que
fue interrogado bajo tortura con picana diariamente.
También refirió que los guardias les daban
la comida y usaban borceguíes, que se escuchaba el paso de un tren y gente
jugando el fútbol.
Esteban cree haber estado en La Cacha
unos dieciocho días, después de los cuales un hombre llamó en voz alta a “los
de Rigoleaux”. Entonces los sacaron, les vendaron los ojos y encapucharon y
atados los sacaron en el baúl de un auto. En el trayecto que hicieron los
amenazaron permanentemente con matarlos.
Ya era de madrugada cuando los obligaron a
bajar y arrodillarse al costado del camino. Después de escuchar que el auto
arrancaba, comenzaron a liberarse. Se dieron cuenta de que estaban en la ruta 2, a la altura de la localidad
de Abasto. Aunque les costaba moverse por las heridas de las torturas, fueron
caminando hasta la rotonda de Gutiérrez y de allí hasta la estación de tren. Lo
tomaron y cada uno se dirigió a su casa.
A continuación Esteban contó cuánto le
costó recuperarse de lo que había vivido. Refirió que durante dos años estuvo
muy mal, sin poder dormir sobre la cama, sin poder salir a la calle, con una
sensación permanente de persecución. Poco después encontró consuelo en una
iglesia evangélica. En cuanto a su trabajo, la empresa Rigoleaux lo despidió
inmediatamente.
La próxima audiencia fue convocada para el viernes 16
de mayo a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Demetrio Aldo
Giourgas, Jorge Edgardo Guastapaglia, María Laura Pascua, Juan Cristóbal
Mainer, Maricel Marta Mainer, María de los Milagros Mainer y Esteban Alejandro
Vera.
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