La jornada del miércoles 28 de mayo de 2014 comenzó
con la declaración de Inés Alicia
Ordoqui, quien permaneció secuestrada en La Cacha
durante 1977. Inés ya había declarado en la cuarta audiencia, el miércoles 12
de febrero de 2014. Desde entonces había quedado pendiente la posibilidad de
que se le exhibieran fotos para identificar a alguna de las personas que
participaron en su secuestro y torturas. En esta oportunidad Inés declaró sin
la presencia del público y realizó el reconocimiento fotográfico pendiente.
A continuación declaró Raúl Eduardo Axat, hermano de Rodolfo Jorge Axat.
Se refirió a las circunstancias del secuestro de su
hermano y su esposa, Ana Inés Della Croce y las gestiones que emprendió la
familia después del mismo. Rememoró vívidamente la relación con su hermano, las
vivencias que compartieron en la infancia y adolescencia y los años de
formación.
Recordó que a su hermano lo llamaban Fede, que estudió en el Colegio Nacional
de La Plata y
luego ingresó en la Facultad
de Medicina. También cursó las materias de latín y griego en la Facultad de Humanidades
de la UNLP y
trabajó en el Frigorífico Swift.
Luego fue el turno de Julián Axat, hijo de Rodolfo Jorge Axat y de Ana Inés Della Croce.
Relató que cuando secuestraron a sus padres él tenía
7 meses, pero que su familia le contó a lo largo de los años las circunstancias
del secuestro. Fue el 12 de abril de 1977 cerca de la medianoche, en la casa de
sus abuelos maternos en el centro de La Plata. Tocaron el
timbre y su abuela atendió. Poco después, abruptamente, ingresó un grupo
numeroso de hombres de civil y uniformados. Su abuela y el esposo de su tía
fueron sacados al pasillo; su tía materna, Cristina Isabel, fue encapuchada y
separada en una habitación. Por otro lado, retuvieron a sus padres en la sala,
en donde fueron interrogados. Después de un rato se los llevaron. Al regresar
al departamento, pudieron ver manchas de sangre en el piso.
Más tarde llegaron sus abuelos paternos; esa misma
noche los secuestradores habían ido primero a su casa en busca de la pareja.
Más tarde se enterarían de que el primer lugar en donde los habían buscado
había sido el domicilio de Rodolfo y Ana, en Ringuelet, en donde destruyeron
todo lo que pudieron y robaron el Citroen que poseían.
Luego Julián se refirió a las múltiples gestiones que
sus abuelos emprendieron para dar con el paradero de sus hijos. Detalló cómo
los jueces De la Serna ,
Adamo, Garro y Burlando se empeñaron en rechazar los habeas corpus interpuestos
en favor de Rodolfo y Ana, imponiendo además costas a la familia. También se refirió
a las gestiones hechas ante la iglesia católica -sin resultados-, ante la OEA , el Ministerio del
Interior. Incluso ante la madre de Videla, que tenía un vínculo familiar con
los Della Croce.
Indicó que a través de Daniel Eduardo Robelo, quien
tan renuentemente declaró en la audiencia anterior, la familia obtuvo la
información de que Rodolfo e Inés habrían sido llevados a la ESMA
y señaló que Robelo fue edecán de Videla en la primera época.
También recordó que unos quince días después del
secuestro, su madre se comunicó telefónicamente con su abuela materna, diciendo
que estaba bien y preguntando por su pequeño hijo. Ese fue el último contacto
que la familia tuvo con ella.
Ya entre los años 1977 y 1979 también se contactaron
con personas liberadas de La Cacha que habían
permanecido secuestradas con el matrimonio.
Luego se refirió a la vida de sus padres, sus
estudios y militancia. Su padre estudió medicina y filosofía; además se había
dedicado al rugby. Su madre era bibliotecóloga y estudiaba antropología;
trabajaba en la biblioteca de la
UCA. Se casaron en 1973 y militaban en el Movimiento
Humanista. Desde aquellos tiempos habían sido observados por las agencias de
inteligencia; sus movimientos quedaron registrados en la DIPPBA.
Más adelante ingresaron en la Juventud Universitaria
Peronista, luego en las FAR y luego en Montoneros. Ambos se ocuparon de la
logística en La Plata
y pasaron a la clandestinidad en 1974. En 1975 su madre realizó tareas de
militancia de base en la localidad de Abasto y su padre comenzó a trabajar en
el Frigorífico Swift.
Julián además expresó su deseo de que se sepa la
verdad de lo que sucedía en las fábricas de la zona en la época y la represión
hacia toda la clase trabajadora. Destacó además que sus padres rompieron con su
posición de privilegio y trataron de igualarse con los sectores más
desventajados.
Recordó que su padre era llamado familiarmente Fede y que fue conocido por sus
compañeros de militancia como Juan, Felipe y Simón y su madre como Juana
y Simona.
Después del secuestro de sus padres se crió con su
tía materna, Cristina Isabel Della Croce, y con sus primos. También recordó la
relación con su abuelo Axat, abogado civilista con cincuenta años de profesión.
Afirmó además que sus padres no gozaron del derecho
de defensa y consideró fundamental el testimonio de los hijos de personas
desaparecidas para reconstruir lo que sucedió, ya que los verdaderos testigos
del exterminio no pueden contarlo.
Dijo que el secuestro de sus padres transtornó a la
familia en general. Pudo crecer en el respeto y la verdad, aunque la niñez y la
adolescencia fueron difíciles tratando de ocultar las explicaciones sobre la
desaparición de sus padres a sus pares.
A continuación declaró Nora María Gutiérrez Penette, hermana
de Alejandro Enrique Gutiérrez, quien permaneció secuestrado en La Cacha
durante 1978.
Su hermano estudiaba veterinaria, estaba casado y
tenía dos hijas. Fue secuestrado el 24 de julio de 1978 de su domicilio.
También fue secuestrada María Inés Paleo. Por su parte, ella había sido
secuestrada el 22 de agosto de 1975 y después de haber sido liberada se exilió
en Madrid.
La declaración de Nora se vio interrumpida por un
debate entre el tribunal y las querellas sobre la pertinencia de su testimonio,
ya que los delitos cometidos en contra de su hermano no son investigados en
esta causa. Las querellas recordaron que la demora y la fragmentación de las
causas lleva permanentemente a este tipo de situaciones.
En este caso Nora dio cuenta de que Juan Carlos Negri
-quien estuvo imputado en esta causa pero murió incluso antes de que la misma
fuera elevada a juicio- se contactó con su primo Néstor Penette, con quien
había hecho el servicio militar obligatorio años antes. A través de Negri la
familia fue obteniendo durante un tiempo información sobre el secuestro de su
hermano. En esa época dudaban sobre la veracidad de la información, pero poco a
poco fueron comprobando que Negri estaba efectivamente en contacto con
Alejandro.
Años después supieron que Alejandro había permanecido
en La Cacha y que Negri se manejaba en la
clandestinidad represiva con el apodo de El
Marpla.
También Nora se refirió a los restos de su hermano,
que tal vez se encuentren en el Cementerio de Ezpeleta. Señaló que el estado
aun debe las respuestas por los desaparecidos, ya que hasta el presente la
información para buscarlos es aportada por los familiares y personas liberadas.
También repudió el nombramiento de César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani
al frente del Ejército, implicado en varias causas por desaparición forzada de
personas.
Luego se escuchó la declaración de Daniel Orlando Talerico, quien
permaneció secuestrado en La Cacha durante 1977.
Relató que fue secuestrado a fines de febrero de 1977
en la ciudad de Formosa, cuando regresaba a La Plata. Había ido con
dos compañeras de estudio, Berta Noemí Itzcovich y Silvia Inés Cavecchia, para
asistir al velatorio de un amigo.
Recordó que permaneció cerca de veinte días entre la Comisaría 1° de Formosa,
la Alcaldía
de Hombres y el Regimiento de Monte, para luego ser trasladado en avión con
Berta y Silvia a lo que pensaron que era Arana;
más tarde sabrían que se trató de La Cacha.
Llegaron allí a fines de marzo o comienzos de abril
de 1977. Refirió que en el lugar vivieron rutinas atroces, amarrados al piso,
vendados, encapuchados, torturados con submarino, picana, continuamente. Indicó
que eran tratados peor que animales.
En esa época Daniel tenía diecinueve años, trabajaba
y estudiaba y militaba en la
UES. Además era delegado del centro de estudiantes de su
escuela.
Recordó que fue interrogado bajo tortura por El Francés y El Gordo y que dentro de La Cacha
vio a muchas personas. Recordó el nombre de Adalberto Maza.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Francés, El Gordo, El Pollo, Willy.
Un día fue trasladado a la Comisaría 8va de La Plata , en donde permaneció
diez días más. En aquel lugar le hicieron firmar un papel en el que se aclaraba
que no se responsabilizaban por lo que le sucediera fuera de la comisaría.
Después de esto fue liberado.
Su vida cambió rotundamente para él y su familia, que
quedó desmembrada. Su madre murió de cáncer mientras él estaba desaparecido. Su
hermana, Mónica Amalia Talerico, y cuñado habían sido asesinados tiempo antes,
el 28 de diciembre de 1976, por la Armada. Después de liberado dejó el colegio, el
trabajo. Se fue a Mar del Plata, regresó a La Plata y en 1980 se fue a vivir a La Rioja.
En sexto lugar declaró Teresa Celia Meschiati, quien permaneció secuestrada en La Perla ,
Córdoba, entre el 25 de septiembre de 1976 y el 28 de diciembre de 1978.
Se refirió a cinco personas cuyos secuestros y
asesinatos vinculaban la ciudad de La
Plata y La Perla. Aclaró que
en aquel momento se referían a La
Plata y no a La Cacha u otro lugar
específico.
Primero se refirió a Carlos Antonio Cafferata, El Gordo; había sido diputado durante el
gobierno de Héctor José Cámpora y había militado en Mar del Plata y La Plata. En julio de 1976
lo secuestró en Córdoba el Comando Libertadores de América, al mando de Héctor
Pedro Vergés.
Luego recordó a María Magdalena Mainer, que fue
secuestrada una semana antes que ella, en septiembre de 1976. Era militante de
Montoneros y la vio por primera vez en Córdoba, cuando le encomendó viajar a
San Juan para buscar cierto material. En aquella provincia los militares
ingresaron en el hotel en el que Magdalena se alojaba y encontraron un
documento falso, su documento verdadero y el teléfono de contacto con Córdoba.
Una vez que Teresa ya estaba secuestrada en La Perla ,
en octubre de 1976, Ernesto Guillermo Barreiro la llevó a una sala en donde
permanecían algunos compañeros de militancia secuestrados. Poco después hizo
ingresar en la misma sala a María Magdalena Mainer, quien permanecía en La Cuadra ;
estaba en enagua y no la dejaron hablar. Barreiro luego le contó sobre el
operativo que había tenido lugar en la calle Corro. Nunca la volvió a ver. En
1977 preguntó a sus captores por Magdalena y le contestaron que se encontraba
en La Plata. Ella
pensó que Mainer sobreviviría, pero años después leyó sobre su asesinato con
otro grupo de secuestrados
Luego se refirió a Mario Enrique Salerno, El Dueño. Fue secuestrado a principios
de octubre de 1976 en La Plata
y fue llevado a fines de ese mes o principio de noviembre de 1976 a La Perla ,
en donde permaneció tres o cuatro días.
Luego mencionó a Marcelo Daniel Rodríguez, Chelo. Había militado en La Plata y fue secuestrado en
diciembre de 1976 en Córdoba. Permaneció en La Perla y a mediados de diciembre lo sacaron de La
Cuadra.
Finalmente, recordó a Ignacio Manuel Cisneros, Quique o Chango. Fue secuestrado en febrero de 1977 en Córdoba. En La Perla
realizaba tareas de arreglo del parque y lavado de coches. Teresa cree que
permaneció allí más de un mes y luego fue trasladado a La Plata. Cree que cerca
de junio de 1977 Ignacio fue llevado nuevamente a La Perla
y fusilado en la parte trasera del predio, algo que le fue relatado por Ricardo
Alberto Ramón Lardone, personal civil de inteligencia.
Teresa señaló que las condiciones de detención que
vivió en La Perla difieren de las que se vivieron en otros
campos de concentración. Señaló como algo positivo la realización de los
juicios en todo el país, pero recordó que falta el descubrimiento de los restos
de los compañeros desaparecidos. Agradeció el poder declarar y destacó que el
poder testimoniar es lo que la salvó después de haber sido liberada.
En último lugar declaró Mónica Elena Torres, vecina y amiga de María Elena Isabel Corvalán.
Relató que conoció a María Elena y su marido, Mario
César Suárez Nelson –El Gordo-,
cuando se mudaron al lado de su casa. Se encontraba diariamente con María
Elena, a quien conocía como Mónica,
para tomar mate, charlar sobre el embarazo, cocinar.
El 10 de junio de 1977 Mónica vio que desde la mañana
había movimientos inusuales en el barrio. Una cuadrilla de hombres comenzó a
limpiar una zanja cercana muy temprano. Cada vez que alguien salía de su casa,
gritaban “paloma”. Asustada dejó a su pequeña hija con la madrina, que vivía
enfrente. Regresó a su casa, llamó a María Elena, pero no encontró a nadie. Al
mediodía fue a buscar a su hermana al colegio y a pocos metros fue apresada por
dos hombres que le preguntaban si ella era Mónica. Los vecinos intervinieron y
evitaron que la esposaran, pero la introdujeron con su hermana en un auto, en
donde permaneció cerca de seis horas. En el auto se encontraba una chica que
decía estar allí para identificar a María Elena y su marido.
Estos hombres le dijeron que había secuestrado a
María Elena y que ella había querido suicidarse. También que habían matado a
Mario.
Después de varias horas la dejaron regresar a su
casa, en donde encontró todo revuelto. La casa de María Elena y Mario estaba
destrozada y saqueada. Vio cómo en un camión verde cargaban todo lo que habían
robado.
Poco después una vecina encontró el documento de
María Elena enterrado. Así supieron cuál era su nombre y pudieron contactar a
la familia y realizar la denuncia por su desaparición en 1984 en la CONADEP.
La declaración del testigo anunciado en la audiencia
anterior, Rodolfo Enrique Tessari, fue suspendida.
La próxima audiencia fue convocada para el miércoles
4 de junio a partir de las 10.00 hs. Se prevé la declaración de Enriqueta
Estela Barnes de Carlotto, Norma Lidia Aquín, María Inés Paleo y José Atilio
Milanta.
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