En la jornada del viernes 27 de junio de 2014 se
escucharon las declaraciones de cuatro personas que permanecieron secuestradas
en La Cacha durante 1977. Todos
declararon desde el consulado argentino en Copenhague, Dinamarca.
En primer lugar se escuchó a Elsa Beatriz Mattía. El 8 de marzo de 1977 por la noche la
secuestraron con su marido, Néstor Daniel Torrillas, de su domicilio de calle
43 entre 29 y 30 de La Plata y posteriormente saquearon la casa. Esa noche
estaban allí además su hijo de 1 año, sus suegros y su cuñada de 9 años. Ella
estaba embarazada de 3 meses.
Dentro del baúl de un auto la condujeron a La Cacha. Al llegar allí gritó que
estaba embarazada, aterrorizada por lo que podría sucederle. Poco tiempo
después la llevaron a otro lugar, en donde estaban torturando a su marido y
amenazaron con torturarla a ella. En ese lugar pudo entrever que había gente
ensangrentada tirada en el piso, contra la pared y una persona colgada de las
manos.
De regreso al lugar anterior, la alojaron en la
planta superior esposada a un colchón metálico, tabicada. Desde allí podía
escuchar gritos desgarradores.
Al día siguiente percibió la voz de Néstor cerca de
ella, que la llamaba Elsita. Elsa
aclaró que le decían así desde pequeña y que nunca le dijeron Graciela, como fue consignado en el auto
de elevación a juicio.
Luego fue llevada al sótano y después pudo estar al
lado de su marido durante dos o tres días; después fue nuevamente ubicada en
otro lugar frente a su marido, en donde pudo escuchar a una mujer con un bebé
que lloraba; nunca supo su nombre. Se trataría de Viviana Nilia Rodríguez y su
hijo Pablo Roesler.
Elsa dijo que para ir al baño debían hacer una fila
frente a la cocina y el cuarto de los guardias y que durante su secuestro
intentaba evitar ir al baño porque los guardias se metían dentro para observar.
Recordó que fue interrogada sobre su militancia y la
de su marido en una habitación contigua al cuarto de baño con Patricia Pérez
Catán y otros chicos.
En una oportunidad la llevaron a una casa rodante
ubicada en el terreno de La Cacha.
Allí El Francés le dijo que sería
liberada y que debía permanecer atenta por si la contactaban. Debía llamar
entonces al Regimiento 7 de Infantería y preguntar por él.
Entre las personas secuestradas mencionó a Miguel
Ángel Calvo, María Rosa Tolosa, Juan Enrique Reggiardo, Patricia Pérez Catán.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Francés, Pablo, Palito, Mister X o Tarzán, varios hombres llamados Carlitos,
Jota.
Elsa permaneció en el lugar unos 28 días; antes del 4
de abril de 1977 fue liberada de noche a dos cuadras de la casa de sus suegros.
Esa mismo noche, después de llegar, debió ir con urgencia a la maternidad en la
que se atendía; estaba desnutrida y perdía sangre. Después de 10 días se
recuperó y pudo levantarse. Fue al club del barrio para usar el teléfono y
llamar al Regimiento 7. Preguntó por El
Francés, la atendieron y preguntó por su marido. Le dijeron que estaba bien
y que no volviera a llamar.
También relató que su embarazo continuó con análisis
cotidianos, reposo y que en aquellos momentos temía por su vida y se sentía
seguida cada vez que salía.
Meses después su marido fue liberado y fue a
visitarlo con su suegra a la Comisaría 8va de La Plata.
Finalizó su declaración citando palabras de Antonio
Machado y expresando su deseo de que se haga justicia.
A continuación declaró Alberto Omar Diessler, quien fue secuestrado el 19 de abril de
1977.
En aquella época trabajaba en el taller naval de YPF,
era operario de planta –ajustador- y estudiaba en la UTN materias del quinto
año de Ingeniería Mecánica. Dentro de la fábrica militaba en una agrupación
sindical, Coordinadora Sindical de La Plata, Berisso y Ensenada.
El 17 de abril de 1977 nació su hijo Matías. El 19 de
abril Ana María, su esposa, salió de la clínica y regresó a su casa con el
niño. Él, después de acompañarla, fue a la facultad a cursar; regresó a la
noche y cuando terminaba de bañarse cerca de 15 hombres vestidos de civil y con
uniformes militares irrumpieron en su casa en Ensenada. Lo tiraron al suelo, lo
golpearon, lo encapucharon y le preguntaron por el paradero de Cacho. Dos hombres, apodados El Inglés y El Argentino, habrían participado en su secuestro.
Después de obligarlo a vestirse, lo llevaron en el
baúl de un auto hasta La Cacha. Allí
lo arrojaron esposado en una habitación y poco después hicieron ingresar a
Roberto Luján Amerise –a quien conocía de la fábrica- y a Ana María Caracoche.
También estaba allí Felipe.
En una habitación contigua, interrogaron bajo tortura
primero a Felipe y luego a él. Le
preguntaban por apodos y domicilios y le dijeron que lo llevarían a señalar las
casas de las personas que ellos buscaban, aunque nunca lo hicieron. Después de
esto lo llevaron a otro lugar y se inició allí una especie de peña, como si
estuvieran festejando algo. Pablo,
uno de los guardias, cantaba. Dijo además que quienes estuvieron a cargo de su
interrogatorio dependían de la Armada.
Al mediodía del día siguiente fue llevado al edificio
principal, en donde pasó 72 días secuestrado. Permaneció alojado en la planta
inferior y por ello tuvo una visión un poco más general de cómo funcionaba el
lugar, ya que se encontraba cerca de la habitación de la guardia.
Alberto aclaró que dentro de La Cacha lo nombraban como La
Momia, pero que el nombre que utilizaba en su militancia nunca fue conocido
por los represores.
Indicó que los guardias y torturadores respondían a
distintas fuerzas de seguridad: Ejército, Servicio de Inteligencia del Estado o
Servicio de Inteligencia del Ejército, Servicio Penitenciario, Armada.
Durante la primera semana permaneció en La Cuevita y señaló que en el otro lugar
que llamaban Cueva había personas
secuestradas bastante tiempo atrás.
Una semana después del primer interrogatorio
realizaron una especie de careo en el que fue torturado por Daniel o Pituto. En esa oportunidad también estaba Ana María Caracoche, a
quien le retorcían el brazo que tenía roto desde su secuestro como parte de la
tortura.
En otra oportunidad fue interrogado por una mujer en
una especie de oficina en la que se le tomó declaración.
Desde la ventana del baño, ubicada arriba de la
pared, cerca del techo, pudo ver el muro de la Cárcel de Olmos; en ese momento
no sabía en qué clase de lugar estaba pero sí en dónde.
También afirmó que por las noches en la sala de
guardia se subía la radio para tapar los gritos de la tortura, pero que era
imposible. Al lado de este lugar había una “sala de armas”. En una oportunidad
fue llevado allí para que le inyectaran un medicamento que le permitiera
superar el ataque de asma agudo que estaba padeciendo.
En un momento lo reubicaron en la planta superior
porque decían que en la planta inferior de La
Cacha alojarían a las embarazadas, María Rosa Tolosa y María Elena Isabel
Corvalán, para que no tuvieran que subir y bajar escaleras para ir al baño.
Alberto aclaró que la situación de las embarazadas no era de privilegio y que
fue a través de los guardias que supieron que María Rosa había dado a luz
mellizos.
Recordó que uno de los guardias del grupo de los que
se hacían llamar Carlitos comentó el
operativo vinculado con la familia Mainer, diciendo que habían encontrado
militantes de alta jerarquía y que los habían asesinado. Un suboficial de la
marina también contó que había participado en el operativo en el que habrían
asesinado a Roberto René Achares.
En varias oportunidades pudieron escuchar a través de
la radio de los guardias información sobre operativos. Uno de ellos estaba
relacionado con el asesinato de Arturo Baibiene; Palito además le comunicó a Elba Leonor Ramírez Abella que habían
matado a su marido. Otro, con un enfrentamiento fraguado en el que habrían
asesinado a Juan Enrique Reggiardo –Quique-
y Susana Beatriz Quinteros –conocida como Chamarra
o Chamarrita-. Indicó además que la
radio estaba permanentemente encendida y que normalmente se escuchaba música.
Para los guardias ese era su lugar de trabajo, escuchaban música, comían.
Alberto dijo que era un lugar solitario, en el que se escuchaba el ladrido de
los perros, tiros, el paso de un tren, todo lo que sucedía afuera.
Recordó también que en un momento personal de la
Armada trasladó a María Seoane Toimil y Mario Oscar Gallego con otros tres ó
cuatro secuestrados a otro lugar que no era La
Cacha en donde, según dijeron después, estaban alojados en un lugar
abierto, solos y que tal vez haya sido un intento de implementar un sistema
similar al de la ESMA. Posteriormente
María y Mario fueron llevados nuevamente a La
Cacha.
Entre las personas secuestradas mencionó a Carlos
Esteban Alaye, María Rosa Tolosa, María Elena Isabel Corvalán, Daniel
Crescimbeni, Juan Enrique Reggiardo, Susana Beatriz Quinteros, Roberto René
Achares, Patricia Pérez Catán, Elba Leonor Ramírez Abella, Roberto Luján
Amerise, Nora Patricia Rolli, Carlos Enrique Rolli, Ana María Caracoche, Ana
Inés Della Croce, Federico Hugo Sánchez Rizzo, Guillermo Marcos García Cano,
Graciela Irene Quesada, Alberto Horacio Monaji, Julio Beltaco, Daniel Alberto
Toninetti, Alejandro Horacio García Martegani, Rodolfo Jorge Axat, María
Magdalena Mainer, Rubén Oscar Contardi, Cristina Lucía Marrocco, Susana María
Marrocco, María Seoane Toimil, Mario Oscar Gallego, Carlos Adalberto Mazza,
Carlos Alberto Moreno, Héctor Manuel Irastorza, Liliana Pizá, María del Carmen Morettini.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Cordobés, El Inglés, El Argentino, Amarillo, El Francés, Pablo, Julio, Bocha, Griego, Jota, El Oso, Sabino, Palito, El Negro, Mister X, Daniel, Pituto, Carlitos el Enfermero,
Carlitos el Cordobés, Carlitos el Misionero, Mostaza, Suave, Willy, El Gallego.
En una oportunidad le comunicaron que iba a haber un
traslado general. Lo llevaron al cuarto donde estaba la guardia; también había
otros secuestrados en su misma situación. Los metieron en distintos autos; él
cree haber viajado con Patricia Rolli y Patricia Pérez Catán en el asiento
trasero de un auto grande, esposados. En la parte de adelante del auto estaban Daniel y El Oso, quienes conversaron en el trayecto sobre la necesidad de
continuar la persecución sobre los militantes de la Juventud Guevarista y la
Unión de Estudiantes Secundarios (UES).
Alberto refirió que fueron llevados a la Comisaría
8va de La Plata. Allí vio además a Daniel Crescimbeni y Carlos Enrique Rolli,
con quienes estuvo en la celda, mientras que en la celda de castigo alojaron a
Néstor Daniel Torrillas y Roberto Luján Amerise. Las mujeres compartían una
celda aparte.
A pesar de estar alojado en una comisaría permanecía
secuestrado, ya que su detención no estaba registrada. Alberto recordó que
lograron avisar a sus familias que estaban allí a través de presos comunes.
Entonces sus familiares se presentaron en la comisaría y debieron legalizar su
detención. Por este hecho fueron castigados los tres, Daniel, Carlos y él,
siendo golpeados y alojados en las celdas de castigo.
Alberto se refirió también al trabajo que hizo
durante años para rastrear los datos de las personas a las que había visto
durante su secuestro. Aportó los datos que fue recolectando a la Cruz Roja, a
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a las distintas causas en las
que fue convocado a lo largo de todos estos años.
Finalmente, después de ser rechazados los planteos de
los defensores Martín Adrogué, Fernando Buján y Juan José Losinno, se le
exhibió una serie de fotos para ver si podía reconocer en ellas a quienes
actuaron en La Cacha.
Luego se escuchó a Roberto Luján Amerise, quien fue secuestrado el 19 de abril de
1977. Aquel día irrumpió en su casa en la localidad de Berisso un grupo armado
que decía pertenecer al Ejército, pero que vestía de civil. Después de pegarle
e interrogarlo durante cerca de veinte minutos, lo introdujeron en el baúl de
un auto, esposado y encapuchado y, después de parar dos veces en el trayecto, lo
alojaron en La Cacha. En aquel
operativo en su casa también secuestraron a Ana María Caracoche.
Su hijo de 2 años, Camilo, y el hijo de Ana, Felipe,
fueron dejados en una casa vecina. Al día siguiente la madre de Camilo fue a
buscarlo; según dijo la vecina entonces, Felipe había sido llevado por dos
personas que dijeron ser sus abuelos.
Sus compañeros lo llamaban Melena y en aquella época era delegado sindical del Taller Naval de
YPF en Berisso.
En La Cacha
permaneció 102 días. Estuvo tirado en un catre, esposado y encapuchado y sin
posibilidad de comunicarse los primeros días por el miedo. Luego comenzó a
contactarse con los otros secuestrados y a poder verlos cuando no había
guardias.
Recordó que entre el 19 y el 21 de abril fue
interrogado entre una y dos horas cada vez. En la primera oportunidad, El Francés participó en el
interrogatorio. El segundo día, después del interrogatorio, lo llevaron en auto
para que señalara domicilios de militantes, cosa que no pudo hacer. En el
camino de regreso a La Cacha, lo
hicieron bajar del auto y simularon fusilarlo. Al tercer día fue interrogado
bajo tortura nuevamente, con golpes con un machete o un fierro. Roberto aclaró
que después de esto no lo interrogaron más, pero que los abusos físicos
continuaron. El día de su cumpleaños, el 26 de abril, quiso levantarse la
capucha mientras iba al baño; en esa ocasión El Oso le propinó una golpiza brutal.
Indicó especialmente que uno de los guardias, Pablo, cantaba y tocaba la guitarra en
el lugar, un lugar en el que las personas estaban sumidas en la desesperación y
el horror; era a la vez una provocación y un acto enfermizo. Como
característica de aquel guardia recordó no la brutalidad sino la tortura
psicológica. Por su parte, el guardia conocido como Palito era temido por sus bromas pesadas; era una persona que se
divertía con el sufrimiento, que gozaba viéndolos sufrir.
Alberto dijo que esos tres hombres -El Oso, Pablo y Palito-
sintetizaban el espíritu de La Cacha:
la brutalidad, la ideología y el goce de ver sufrir a los seres humanos.
También señaló que las condiciones en las que
vivieron allí fueron las menos naturales en las que un ser humano puede vivir;
permaneció tres meses atado a un catre, encapuchado, apenas comiendo, sin poder
higienizarse.
Estuvo alojado en la planta inferior la mayor parte
del tiempo, dos o tres días en una “cueva chica” y luego en la planta superior.
Entre las personas secuestradas mencionó a Guillermo
Marcos García Cano, María Magdalena Mainer, Carlos Enrique Rolli, Patricia Nora
Rolli, Mario Oscar Gallego, Graciela Irene Quesada, Héctor Manuel Irastorza,
Julio Beltaco, Néstor Daniel Torrillas, Daniel Crescimbeni, Alberto Omar
Diessler, María Seoane Toimil, José Luis Cavalieri, María Elvira Luis, María
Rosa Tolosa.
Entre los guardias y torturadores mencionó a Sabino, El Negro, Palito, El Chino, Jota, Julio, Bocha, El Griego, Tarzán, El Santo, El Cordobés, El Amarillo,
El Argentino, Raúl, Pollo, Mostaza, Suárez, Willy, Gallego, Pablo, El Francés, El Oso.
El 28 de junio de 1977 fue trasladado en el asiento
trasero de un auto con Néstor Daniel Torrillas. Ambos fueron llevados a la
Comisaría 8va de La Plata. Recordó que en aquel momento no tenían información
sobre el lugar en el que estaban, ni por qué fueron llevados ahí ni lo que
harían con ellos. En esa oportunidad también trasladaron a Carlos Enrique
Rolli, Patricia Nora Rolli, Patricia Pérez Catán y Alberto Omar Diessler a la
misma dependencia. En esa comisaría permaneció hasta abril de 1978, cuando fue
trasladado a la Cárcel de Devoto.
Después de ser rechazados los planteos de los
defensores Fernando Buján y Juan José Losinno, se le exhibió una serie de fotos
para ver si podía reconocer en ellas a quienes actuaron en La Cacha. En el final de su declaración, Alberto agradeció poder
dejar testimonio en una causa tan importante no sólo para él sino para todo el
país.
En último lugar declaró Néstor Daniel Torrillas, secuestrado el 8 de marzo de 1977 con su
esposa, Elsa Beatriz Mattía. Néstor era militante gremial de la CGT en la
Resistencia.
Después de esposarlo y cubrirle la cabeza con una
bolsa de género, quitarle el anillo de casado y el reloj, lo introdujeron en el
baúl de un auto y los condujeron a La
Cacha.
Al llegar lo hicieron bajar e ingresar en un recinto
en el que fue recibido por El Francés,
quien lo arrojó violentamente al piso. Luego lo obligaron a desnudarse y lo
insultaron y golpearon, atándolo luego a un elástico metálico. Néstor indicó
que primero fue torturado con golpes y el paso de corriente eléctrica e
intentos de asfixia y que nunca antes había imaginado que una persona pudiera
ser expuesta a tal brutalidad. Después amenazaron con torturar a su esposa
embarazada; esto lo mencionó Pablo,
quien estaba presente durante la tortura.
Luego lo arrastraron hasta el lugar en el que
albergaban a los secuestrados, en el que permaneció alojado 112 días. Al día
siguiente volvieron a llevarlo para ser interrogado bajo tortura. Como se
habían roto las cuerdas con las que debía ser atado, lo llevaron nuevamente al
lugar de alojamiento, a la planta superior.
Allí estuvo en tres lugares distintos. Los primeros
tres o cuatro días estuvo ubicado en un sitio apenas se ingresaba al salón, a
la izquierda de la escalera, al lado de María Rosa Tolosa, embarazada, Juan
Enrique Reggiardo, Rita –mujer que
tenía dos o tres hijos pequeños-, Miguel Ángel Calvo y su esposa Elsa. Recordó
que Juan Enrique le dijo haber sido torturado después de él y que también tenía
la voz modificada por la tortura. Recordó también que un guardia, de acento
cordobés muy marcado, tenía una actitud paternalista con María Rosa y Juan
Enrique y que les juntó las camas a las que estaban atados. Este hombre la
llamaba Quica, por ser la pareja de Quique. Y a él y a su esposa, por estar
al lado de ellos, los llamaba Cuqui y
Cuca.
También dijo que una de las hermanas Marroco,
secuestradas allí, estaba embarazada y había perdido el embarazo de pocas
semanas estando en el lugar.
Recordó que todos conjeturaban en dónde podían estar;
algunos pensaban que se trataba del Batallón de Infantería de Marina 3 (BIM 3),
otros la Escuela de Policía Juan Vucetich. Néstor dijo que le era difícil
determinar de qué lugar se trataba por las instalaciones que veía, que no
respondían a nada que conociera. Primero pensó que estaba en submarino; luego,
con los días, comenzó a escuchar voces de un megáfono exterior y dedujo que se
encontraba en las cercanías de un penal. Sabía que la planta retransmisora de
Radio Provincia se encontraba en Olmos y a partir de entonces pudo estar seguro
del lugar en el que estaba secuestrado.
Después de cuatro o cinco días fue llevado a otro
sector de la planta superior, en la zona central. Más adelante lo alojaron en
el fondo, en la esquina derecha, mirando a la pared. Allí permaneció la mayor
parte del tiempo.
Néstor se refirió a la tarea de recordar a la gente
que compartió la misma situación con él, tarea que sintió como un hecho de
resistencia. Por ello enumeró a las personas con las que tuvo contacto y
detalló lo que recordaba de ellas.
En cuanto a los guardias y torturadores, indicó que
pudieron darse cuenta de que pertenecían a distintas fuerzas de seguridad. Allí
operaban el Ejército, con personal jerárquico y de bajo rango, la Armada y
personal de inteligencia.
Entre las personas secuestradas mencionó a María Rosa
Tolosa, Juan Enrique Reggiardo, Miguel Ángel Calvo, Cristina Lucía Marrocco,
María Elena Isabel Corvalán, Antonio Bautista Bettini, Federico Hugo Sánchez
Rizzo, Rodolfo Jorge Axat, Ana Inés Della Croce, Carlos Enrique Rolli, Patricia
Nora Rolli, Patricia Pérez Catán, Roberto Luján Amerise, Alberto Omar Diessler,
Ana María Caracoche, José Luis Cavalieri, Susana Beatriz Quinteros, Daniel
Crescimbeni, Susana María Marrocco, Félix Eduardo Picardi, Alberto Horacio
Monaji, Daniel Alberto Toninetti, Elba Leonor Ramírez Abella, Liliana Pizá,
Carlos Alberto Weber.
Entre los guardias y torturadores mencionó a El Francés, Pablo, El Inglés, El Amarillo, El Argentino, Raúl, Pollo, Mostaza, Suárez, Willy, Gallego, Daniel, Pituto, Carlitos el Bueno, Carlitos
el Enfermero, Carlitos el Potro, Carlitos el Cordobés, Carlitos Puente Roto, Carlitos el Misionero, Carlitos el Rubio, El Oso, Sabino, Dani, El Negro, Palito, El Negrito, Chino, Jota, Julio, Bocha, Griego, Tarzán o Mister X, Gustavo o Marpla o El Gordo Fideo, Santos o Eduardo, Abadón.
El 28 de junio de 1977, junto con otros secuestrados,
lo preparan para ser trasladado. Mientras esperaba encapuchado y sentado en la
escalera, esuchó que nombraban a un amigo de la infancia, Carlos Alberto Weber,
quien fue secuestrado ese día.
Luego, Néstor y un grupo de que hacía más de dos
meses que permanecían allí fueron conducidas a la Comisaría 8va de La Plata. En
el grupo estaban Patricia Nora Rolli, Patricia Pérez Catán, Carlos Enrique
Rolli, Roberto Luján Amerise, Alberto Omar Diessler y Daniel Crescimbeni. Él
fue llevado en el mismo auto con Roberto Luján Amerise.
En la Comisaría 8va preguntó a Pablo si sabía algo sobre María Rosa Tolosa. Éste le informó que
había dado a luz a mellizos, aunque en el momento Néstor no escuchó si eran
mellizos o mellizas.
En esa comisaría estuvo cerca de un mes incomunicado.
Luego comenzó a tener contacto con su familia y fue liberado desde esa
dependencia.
En el final de su declaración citó palabras que no
perdieron vigencia, escritas en el informe que confeccionaron varias personas
liberadas de La Cacha, firmado el 20
de octubre de 1983 en San Pablo, conocido como el Informe CLAMOR.
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